EE UU relega a la oposición afgana en su operación contra los talibanes
Las diferencias entre Estados Unidos y la opositora Alianza del Norte han reducido, de momento, la presión sobre los talibanes. Washington culpa a la oposición afgana del retraso en las operaciones militares contra el régimen de Kabul y de las dificultades para orquestar una alternativa de Gobierno para suceder a los integristas afganos. Por ello, ha decidido asumir la iniciativa y enviar sus tropas al norte del país.
Las críticas contra la Casa Blanca se multiplican, dentro y fuera del país. Los estadounidenses acusan a su Gobierno de la falta de garantías ante la amenaza del carbunco, un riesgo que parece imposible de controlar. Las autoridades recuerdan el estado de alerta máxima ante la posibilidad de nuevos ataques terroristas. Y, mientras tanto, las operaciones militares sobre Afganistán no parecen registrar avances en la consecución de sus objetivos y sí numerosas muertes de civiles que generan crecientes críticas.
Washington culpa a la Alianza del Norte de la falta de éxitos en el frente bélico. En las últimas semanas, EE UU había centrado sus bombardeos en el norte y alrededores de Kabul, con el fin de abrir una vía para que los opositores afganos pudieran avanzar en su ofensiva desde el norte y alcanzar el corazón del régimen talibán. No ha sido así. Y además, la Alianza ha lanzado constantes críticas por los daños colaterales de la ofensiva y se oponen a la entrada de tropas terrestres en el país.
La descoordinación entre los supuestos aliados sirvió para que los talibanes fortalecieran sus posiciones en determinadas poblaciones del norte del país.
Con este panorama, el jefe del comando central estadounidense, el general Tommy Franks, aseguró ayer que la iniciativa en la ofensiva militar correrá únicamente a cargo de EE UU y que se atendrá a su calendario a la hora de diseñar la estrategia. Con esta declaración, EE UU minimiza el papel de la Alianza y dejó abierta la puerta a un ataque terrestre.
El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, confirmó ayer que EE UU tiene tropas de tierra en el norte y en el sur de Afganistán. De hecho, Franks se encontraba ayer en Uzbekistán, donde EE UU ha desplegado entre 1.000 y 2.000 soldados en una base aérea próxima a la frontera con Afganistán listos para entrar en combate.
La falta de información que caracteriza esta operación está restando apoyo internacional a la ofensiva estadounidense. Por ello, el principal aliado del presidente George Bush, el primer ministro británico, Tony Blair, emprende hoy su tercera gira diplomática por los países árabes para asegurarse su apoyo a la alianza internacional. Su apoyo resulta ahora crucial, ya que en pocas semanas, el 17 de noviembre, empieza el Ramadán, mes sagrado para los musulmanes, en el que no está permitida la confrontación bélica. Blair visitará en tres días Arabia Saudí, Siria e Israel.
En el frente interno, Washington ha advertido de la posibilidad de nuevos ataques terroristas, pero admite su desconocimiento sobre los objetivos, las fechas y el alcance de esta amenaza. El jefe de seguridad nacional, Tom Ridge, hizo un llamamiento específico a las compañías eléctricas para que extremen las precauciones, al considerarse objetivos estratégicos para los terroristas. Pero las advertencias sólo han conseguido tensar aún más a una población que amanece cada día con nuevos enfermos de carbunco. Las autoridades informaron ayer que una mujer podría haber contraído la enfermedad por inhalación en Nueva York, en lo que sería una nueva forma de contagio.
Mientras EE UU estudia reclamar el visado para los ciudadanos de Argentina, Bélgica, Uruguay, Portugal, Italia y Eslovenia.