La proximidad electoral acelera la desintegración del Gobierno brasileño
Al presidente del Gobierno brasileño, Fernando Henrique Cardoso, empiezan a agotársele los ministros. Cuatro han anunciado su dimisión en tan sólo dos semanas. El último, el ministro de Transporte, Elizeu Padilha, que anunció su renuncia el miércoles a última hora.
Cardoso se encuentra en España para participar en la Conferencia de Consolidación y Transición Democrática, pero no olvida los problemas domésticos. En su comitiva figuran varios líderes de los tres partidos que componen la alianza gubernamental. La intención del presidente es que el bloque concurra unido a las elecciones presidenciales de 2003.
Pero las guerras políticas ya han empezado y nadie quiere aparecer vinculado a un Gobierno que en su último año se ha visto desbordado por la crisis de suministro energético, la caída libre de la cotización del real y los escándalos de corrupción que han provocado la dimisión de dos presidentes del Senado.
Los partidos empiezan a prepararse para la carrera electoral. La renuncia de Padilha, por ejemplo, se debe a las presiones de su grupo, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PDMB), que quiere romper todos los lazos con el Gobierno de Cardoso e impulsar al senador Pedro Simon a la candidatura presidencial. Pero en el PDMB también hay luchas intestinas; el gobernador del Estado de Minas Gerais, Itamar Franco, también ha anunciado su intención de luchar por la presidencia.
Esta semana también ha dimitido el ministro de Justicia, José Gregori, que asumirá el cargo de embajador en Portugal. El horizonte electoral amenaza con agotar las posibilidades de recambio del actual Gobierno: 15 de los 25 ministros del Ejecutivo han anunciado su intención de concurrir a cargos electivos en los próximos comicios.
Cardoso no podrá presentarse a la reelección y sus deseos de lograr un candidato que lidere una gran coalición se esfuman. Por si era poco, el líder de la oposición, Luiz Ignacio da Silva, figura ya como favorito en las encuestas.