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EDITORIAL

<I>Tormenta en el nuevo móvil</I>

El debate sobre el futuro del nuevo móvil ha vuelto a colocarse en el punto de mira de los mercados. En realidad, esta nueva tecnología ha sido la que ha marcado el paso de la Bolsa, dejando al margen la repercusión de los atentados del pasado 11 de septiembre y sus consecuencias, durante más de un año. En un primer momento, cotizó al alza, tal y como hicieron todos los proyectos que tenían algo que ver con las nuevas tecnologías. Sin embargo, a medida que empezaron a cerrarse las concesiones de licencias, bien por la vía de la subasta o por la vía del concurso, y a analizarse el impacto del coste de la operación sobre los balances de las empresas ganadoras, la situación varió. Los grandes grupos de telecomunicaciones europeos vieron cómo su deuda aumentaba exponencialmente y cómo el valor de sus títulos descendía casi en la misma proporción.

Ahora, la decisión del Gobierno francés de abaratar el coste de las licencias de móviles de tercera generación ha arrojado un rayo de luz sobre la viabilidad de los proyectos, lo cual ha tenido un reflejo, bien es cierto que todavía fugaz, en los mercados. La iniciativa del Ejecutivo del socialista Lionel Jospin no ha tenido seguimiento e incluso ha sido descalificada por el Gobierno alemán, aunque ha tenido el efecto de reabrir el debate sobre cómo afrontaron los países la introducción de esta tecnología y sobre el papel de la Comisión Europea a la hora de armonizar las diferentes legislaciones.

Mientas tanto, en España se agolpan los traspiés. Xfera, uno de los grupos que obtuvo la licencia para trabajar como operador de UMTS, ha decidido poner en hibernación su proyecto. El retraso de la entrada en vigor del móvil de tercera generación y la negativa del Gobierno a facilitarle el camino para que pueda dar servicio utilizando otras tecnologías son los argumentos esgrimidos por los responsables de la empresa para justificar la decisión.

Esta decisión de Xfera no es más que la punta del iceberg de un problema de mayor calado. Los fabricantes y las operadoras están absolutamente convencidas de que es imposible cumplir el calendario fijado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología para la entrada en vigor de la UMTS. La fecha prevista es el 1 de junio de 2002. Este plazo ya había sido revisado, pues el original era el 1 de agosto de 2001. Pero la opinión de los expertos y de los fabricantes es que la nueva tecnología no estará realmente disponible para su explotación comercial hasta finales de 2003 como pronto.

Hasta el momento, las distintas iniciativas legales adoptadas en torno al nuevo móvil no han hecho más que embrollar el proceso. Todas las decisiones se han tomado con un cálculo técnico que se ha demostrado erróneo. Parece el momento adecuado para reflexionar y adoptar medidas cuyo objetivo sea facilitar que la tecnología UMTS llegue a buen puerto y sin precipitaciones, aunque ello suponga dar, momentáneamente, algún paso atrás.

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