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Australia adjudica a Vivendi la recogida de residuos en la Antártida

En el litoral del Polo Sur, los restos de los campamentos abandonados forman ya un cúmulo de 300.000 toneladas de residuos, según algunas estimaciones, con el agravante de que las bajas temperaturas no favorecen su degradación. Onyx, filial de la división de medio ambiente de Vivendi, ha firmado el pasado viernes un contrato con el Gobierno australiano para empezar en diciembre la recogida selectiva de los residuos de la base de Casey en 240 contenedores especiales.

Cada invierno viven en el Polo Antártico 1.200 personas que, procedentes de 40 países, se establecen en las diversas estaciones de estudio meteorológico y científico. Esta población se eleva a 5.000 personas que en época estival (de noviembre a enero). Las huellas de la presencia humana en el llamado Continente Blanco desde hace más de un siglo permanecen indelebles a través de sus residuos, conservadas por las temperaturas que alcanzan los 86,9 grados centígrados bajo cero.

El Gobierno australiano ha adjudicado un contrato a Onyx, filial de la división de medio ambiente de la multinacional Vivendi, para el diseño y fabricación de unos contenedores capaces de resistir estas temperaturas para la recogida de los residuos de la base de Casey, bajo la gestión de la División Australiana del Antártico. El contrato es por 10 años y por un importe de 1,1 millones de euros (183 millones de pesetas). Al cabo de este tiempo, Vivendi ha expresado su disposición de ofrecer "gratuitamente" los 240 contenedores a otros países.

El contrato supone un acicate para Vivendi Medio Ambiente, una división del grupo francés que cuenta con 215.000 trabajadores y un volumen de negocio de 26.500 millones de euros (4,4 billones de pesetas). El portavoz de Onyx, Rupert Schmid, especificó que "el importe del contrato sólo sufragará los gastos de fabricación, porque el diseño y desarrollo han salido de nuestra cuenta". Los contenedores tendrán una capacidad extraordinaria, de 10 toneladas cada uno, pero Schmid no reveló más detalles sobre su construcción.

Las tareas de recogida comprenden residuos de construcción, materiales reciclables y productos peligrosos, como baterías y generadores eléctricos. En diciembre partirán los primeros 120 contenedores que, durante dos años, empezarán a recoger las 3.000 toneladas de residuos en la zona del valle de Thala.

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