Dole Food tira la toalla en Pascual Hermanos
Casi seis años después de tomar el control de Pascual Hermanos, Dole Food ha decidido tirar la toalla. Y lo hace con cierta amarga sensación, no sólo por no haber sido capaces de sacar adelante la compañía, sino también por no haber logrado obtener la confianza de los auditores, que, año tras año, han venido dudando de la viabilidad de la compañía.
Y es que desde el cierre económico de 1996, los auditores de Arthur Andersen han calificado sus informes con una salvedad por incertidumbre en cuanto a la continuidad de la sociedad y del grupo consolidado, tanto durante la suspensión de pagos como tras su levantamiento en enero 1997.
La sensación de impotencia de Dole, que controla el 90,7% de la compañía a través de su filial europea, se ponía de manifiesto el pasado mes de julio. Requerido por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) para que diera una explicación motivada a las salvedades de la auditoria, el consejero delegado de Pascual Hermanos, Peter Schreibvogel, señalaba que los resultados económicos, si bien habían mejorado, no han terminado de repuntar en una tendencia positiva sostenida. Y recomendaba a la CNMV, en un tono claramente molesto, "remitirse directamente a la firma auditora para obtener información adicional a su motivación" de las salvedades.
Dole se hizo cargo de la compañía cuando estaba en suspensión de pagos, con un pasivo de 10.400 millones de pesetas (62,51 millones de euros) y al borde de la liquidación. Logró una quita del 50% y en 1997 puso en marcha un plan estratégico tendente a rebajar la deuda, reducir los costes y devolver a Pascual Hermanos el prestigio perdido por años de crisis. Según datos de la propia Dole, entre 1998 y 2000 invirtió cerca de 3.000 millones de pesetas (18,03 millones de euros) en modernizar la estructura productiva.
Pero las actuaciones han ido más allá durante estos casi seis años. Cerró y vendió sus almacenes en Almenara (Castellón) y Sueca (Valencia), despidiendo a 240 empleados. Trasladó de Valencia a Carcaixent (Valencia) su sede social, para poco tiempo después llevarla a Murcia, al tiempo que desmanteló su otrora vasta red comercial en Europa con la venta de todas sus filiales.
Finalmente, Dole optó por abandonó la línea citrícola, la que en su día diera la gloria a Pascual Hermanos, y que en las últimas cuatro campañas había supuesto unas pérdidas de 1.461 millones de pesetas (8,78 millones de euros). Cerró, y también vendió, los almacenes dedicados a esta línea de Sueca y Carcaixent y despidió a 374 trabajadores. Por el camino se quedaron el presidente William Feeney y el consejero delegado Klaus Wesslowski, que dimitieron el año pasado. El actual consejero, Schreibvogel, ha anunciado su marcha para el año que viene, pase lo que pase.
Deuda con Dole Europe
Y lo que puede pasar es que Dole encuentre un comprador para la firma completa antes de 2002 o por líneas antes de 2003. Si esto no ocurre, la opción pasa por el cierre.
Los resultados del primer semestre de 2001 no son para lanzar las campanas al vuelo: la facturación cayó un 5,25% respecto al mismo periodo del ejercicio anterior, situándose en 6.823 millones de pesetas (41,01 millones de euros), mientras que el resultado neto se situó en 56 millones de beneficio (0,34 millones de euros), frente a las pérdidas de 19 millones (0,11 millones de euros) del mismo periodo del año anterior.
Pascual Hermanos tiene un lastre importante para su venta: una deuda a corto plazo de 667 millones (4,01 millones de euros) con los bancos y de 336 millones (2,02 millones de euros) con Dole Europe. A la propia filial se le adeudan también 5.943 millones (35,72 millones de euros) a largo plazo. El comprador tendrá que hacerse cargo de esa deuda y de una plantilla de 140 trabajadores fijos y 1.800 fijos discontinuos. Toda esta plantilla está pendiente de conocer su futuro.
Un fin
de semana
muy agitado
El consejero delegado de Pascual Hermanos, Peter Schreibvogel, aseguró ayer a Efe que, durante el fin de semana y ayer, tres empresas de capital español se han interesado por la compra de la hortofrutícola, en venta desde el viernes.
Schreibvogel se mostró "sorprendido" por las ofertas de compra recibidas hasta ahora. "Hay un interés manifiesto de varios grupos empresariales, todos españoles, aunque vamos a ser muy cautos y a reservar todos los datos de estas firmas para intentar concluir con éxito las negociaciones", dijo el consejero delegado de Pascual.
Schreibvogel atribuyó "entre otras causas" a la economía sumergida del mundo agrícola en la región de Murcia los malos resultados económicos del grupo.
Ayer los 140 trabajadores fijos en sus centros de Murcia y Alicante, así como los 1.800 fijos discontinuos empezaron la semana trabajando con total normalidad. Según la empresa, hay mucha calma entre los empleados y los sindicatos.