Bruselas descubre la ineficacia de las normas de control ambiental
El Instituto Nacional de Estadística se ha embarcado en la ardua tarea de elaborar unos indicadores capaces de sopesar el impacto medioambiental de las empresas y así contribuir a la construcción de un nuevo sistema de contabilidad. Pero un estudio auspiciado por la Comisión Europea para medir el impacto sobre el entorno de seis sectores industriales no consigue discernir los beneficios de invertir en implantar un sistema de control de la gestión medioambiental.
Desde hace un par de años, la información sobre la gestión medioambiental ha pasado a engrosar las memorias de las empresas que se precian de modernas. Incluso a veces se separa, para generar un informe anual de sostenibilidad del negocio. En nuestro país esto último parece haber arraigado como una buena práctica entre las grandes constructoras y eléctricas.
Sin embargo, no existen unos criterios universalmente aceptados para medir los efectos de la actividad de las empresas sobre el entorno. Pero para impulsar su discernimiento, diversas organizaciones están ofreciendo orientaciones. La Comisión Europea ha publicado una recomendación sobre la inclusión de aspectos ambientales en la información financiera y contable. Otros organismos -desde la ONU hasta la Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas- están ofreciendo unas directrices para integrar los factores ambientales, sociales y económicos en los informes de sostenibilidad, a fin de avanzar en los nuevos criterios de contabilidad.
Con la información hoy por hoy disponible, el departamento de política de investigación científica y tecnológica de la Universidad británica de Sussex coordinó en julio del año pasado un estudio sobre La medida de los resultados medioambientales de las empresas (MEPI), cuyos curiosos resultados no han encontrado gran difusión, a pesar de que se financió con fondos del cuarto programa marco de la Dirección General de Investigación de la Comisión Europea.
Para empezar, el estudio -que se puede consultar en Internet: www. environmental-perfomance.org- concluye que con pocos indicadores es posible conseguir "una aproximación del comportamiento medioambiental de una empresa". Cierto que restringe su análisis a seis industrias: papelera, textil, electrónica, producción de fertilizantes, generación eléctrica y artes gráficas. Pero los estudiosos confiesan su asombro al verse incapaces de percibir los beneficios para el entorno de la actividad de las empresas que tienen implantado un sistema de gestión medioambiental -ya sea según la norma internacional ISO 14.001, o bien EMAS, el modelo europeo de ecogestión y ecoauditoría- frente a las que no lo tienen, a excepción del sector los productores de fertilizantes.
Lo más llamativo es la búsqueda de las repercusiones de las inversiones medioambientales en los beneficios. Sólo en dos casos concluyen consecuencias económicas beneficiosas: la reducción de residuos, para las papeleras, y para los fabricantes de fertilizantes, la reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera y la racionalización del gasto energético.