<i>La Vuelta, carrera de larga distancia </i>
Cuando un equipo ciclista se propone ganar una carrera de fondo utiliza planteamientos empresariales.
No soy empresario ni directivo, pero supongo que cuando en un equipo ciclista nos ponemos el objetivo de ganar una carrera de fondo como La Vuelta a España estamos utilizando muchos planteamientos y estrategias empresariales.
Como en muchas empresas, los recursos humanos son fundamentales en un equipo ciclista. En nuestro caso, no sólo los nueve ciclistas que han corrido esta última edición, sino todos los que estamos detrás: desde los directores deportivos hasta los médicos, masajistas y mecánicos. En Kelme, 35 personas trabajamos detrás de los nueve corredores, dándoles apoyo, energía y conocimientos para conseguir el triunfo.
Si la planificación es importante en el ámbito empresarial, en el ciclismo es crucial. Es tarea de todos los que componemos el equipo que nuestros ciclistas y sus máquinas lleguen al comienzo de una prueba y a cada etapa en las mejores condiciones. Con un año de antelación se planifica el trabajo en común y cada uno de los objetivos o carreras a disputar. Se definen los objetivos individuales y colectivos, las pruebas que tienen carácter de preparación y las que son consideradas objetivos prioritarios, como La Vuelta a España.
Cada corredor sabe con un año de antelación las pruebas que va a disputar esa temporada y dónde y cuándo debe rendir al máximo. Se planifican los días de trabajo para alcanzar el máximo rendimiento en los días previstos.
Es fácil comprender cómo se puede preparar físicamente a un ciclista para que esté en óptimas condiciones y dé el máximo de sí (el entrenamiento es la única clave); pero más difícil será conseguir que se encuentre preparado mentalmente para acometer un reto deportivo tan exigente, y más en un deporte como el ciclismo, donde el esfuerzo físico requiere muchas dosis de sacrificio y sufrimiento para conseguir del éxito. Pero ¿cómo mentalizar a un ciclista para afrontar una prueba tan complicada como La Vuelta?
Si su estado físico es óptimo, en primer lugar, el ciclista debe saber que está preparado para ello y que, si se esfuerza, conseguirá las metas que se proponga.
Además, el corredor debe comenzar la carrera con astucia, para evaluar el desarrollo de la etapa y a sus competidores; con ambición, el éxito está al final de cada etapa y no hay que desfa-llecer; y con valentía, pues va a correr riesgos de caerse y abandonar o de descolgarse y perder sus posibilidades. Las dotes de observación son otra característica imprescindible en un ciclista para que pueda leer cada etapa y cada carrera. La improvisación y la intuición, finalmente, son también fundamentales para dar la respuesta adecuada a cada situación.
No hay dos carreras iguales, ni aunque sea a la misma hora, el mismo recorrido y los mismos ciclistas. Cada tramo es diferente del anterior, por lo que, pesar de lo que se puede planificar en cada etapa, el ciclista debe ser capaz de improvisar y mostrar su genio y temple en cada momento.
Por último, en una prueba de larga distancia, es clave el optimismo y el pensamiento positivo para atraer a la suerte. El ciclista depende en gran medida de la suerte. Hay muchas trampas en cada etapa: la climatología, los peligros de la carretera, los contrarios, las enfermedades, las caídas. Para atraer la suerte, el ciclista debe ser positivo y estar convencido de sus posibilidades; luego, la carretera dicta sentencia.