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TRIBUNA

<i>El ocaso del "todo gratis" en Internet </i>

Los micropagos serán la fórmula popular de financiación de muchas empresas que realizan su actividad en la Red.

Del todo gratis, al no todo gratis. æpermil;ste será uno de los cambios que habrá que destacar dentro de tres meses, cuando se haga el balance de lo que sucedió en la Red a lo largo del primer año del siglo XXI.

Internet nunca ha sido gratuito. Buena parte de sus gastos los han cubierto anunciantes, compradores, operadores y, sobre todo, los inversores, hasta que estos últimos, desencantados y cansados de perder dinero, dejaron de financiar los proyectos de la Red sin perspectiva de dar beneficio. Entonces llegó la crisis, y desde ese momento empezó a ser inevitable que muchas empresas de la nueva sociedad de la información, para subsistir, empezaran a cobrar por sus servicios.

Las dos grandes preguntas son: ¿qué cobrar? y ¿cómo cobrar?

Los usuarios de la Red pueden estar dispuestos a pagar por contenidos de calidad o por servicios de valor añadido, aunque el desarrollo de estos últimos está todavía limitado por la insuficiente implantación de las comunicaciones con banda ancha. Eso es lo que ha empezado a cobrarse.

Muchos portales de Internet han lanzado servicios premium, de pago, para algunas de sus informaciones más exclusivas, como las cotizaciones de Bolsa instantáneas, y lo mismo hacen otras empresas, como los brokers, para sus informes sobre valores y mercados. Muchos negocios de la Red están en la misma órbita, aunque el clásico, pues ya era de pago antes de la crisis, es la edición online del diario The Wall Street Journal, también pionero a la hora de demostrar que las nuevas tecnologías de la información permiten el funcionamiento descentralizado de las empresas, tras lograr que su edición estuviese en la calle el 12 de septiembre, con una sede central evacuada y fuera de servicio, a pocos metros de las Torres Gemelas.

Para cobrar, compitiendo con otros que están a uno o dos clics de nosotros, hay que dar calidad. Aun así, pagar por algunos contenidos en la Red, especialmente por los informativos, era hace sólo dos años algo impensable para el común de los mortales, aunque hoy sea un proceso imparable, que ya ha llegado a Europa. Ejemplos: el británico The Times se ha apuntado al cobro en la Red, aunque de momento sólo por los contenidos de ocio, y para no irnos lejos, dentro de dos semanas el periódico online El Mundo de la Tarde se convertirá en un producto de pago, y en la primera experiencia española en este campo.

El otro problema es cómo cobrar. Sin un medio de pago seguro no hay negocio posible y sólo el 5% de los compradores manifiesta, según las encuestas, estar totalmente seguro cuando hacen una adquisición por Internet.

Algún día esos compradores, para cerrar una transacción sin riesgos y sin problemas, sólo tendrán que elegir el producto y hacer clic, cualquiera que sea el importe. Pero eso todavía no ha llegado para las más de 10.000 millones de transacciones económicas que está previsto que cerca de 500 millones de personas realicen este año por Internet.

Cómo cobrar, es algo que depende de la tecnología. Hoy la llave de los negocios virtuales la tiene el proveedor de servicios de pago con tarjetas de crédito y de débito, que han sido, hasta hace muy poco, la forma más práctica de materializar una transacción online. Ahora proliferan las alternativas para realizar esas operaciones salvando el obstáculo de unas tarjetas que en España son de uso común, pero que en otros países tienen una implantación limitada.

Sin embargo, por lo que se sabe, en la mayoría de las nuevas respuestas tecnológicas se sigue marginando a los micropagos. Las operaciones por un importe inferior a los 10 dólares están hoy prácticamente proscritas de la Red, y van a seguir estándolo, por lo menos a medio plazo, aunque de ellas depende la consolidación de multitud de cibernegocios.

El fracaso en la implantación de los micropagos obliga, por ejemplo, a que no sea rentable facturar por debajo de los 15 euros. Por ello, los aficionados a los crucigramas de The Times tienen que suscribirse por un plazo mínimo de un año, y por no menos de un trimestre tendrán que hacerlo aquellos que quieran seguir leyendo El Mundo de la Tarde.

Saber qué se puede cobrar, y cómo es vital para la supervivencia de muchas empresas en la Red, pero los micropagos, además, serán la fórmula popular de financiarla. Por eso, para Internet, resultan tan importantes como el hipertexto.

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