El FMI respalda al Gobierno con un nuevo crédito
El Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó el 14 de septiembre un nuevo crédito stand by a 15 meses para Brasil por 15.580 millones de dólares (16.930 millones de euros).
Este nuevo crédito sustituye al firmado en diciembre de 1998 y que concluía este año. Esta modalidad de crédito establece que el país miembro podrá extraer fondos de las Cuentas de Recursos Generales que se alimentan de las cuotas que los países miembros han de satisfacer. Unos 12.770 millones de dólares del crédito se conceden bajo la forma de Acuerdo de Facilidades Extendidas. Esta figura, creada en 1997, se traduce en ayuda financiera que se concede en casos en los que la falta de confianza de los mercados provoca una fuerte salida de reservas del país.
El agravamiento de la crisis en Argentina, unido al aumento de incertidumbre asociada a los efectos del atentado sufrido por EE UU, ha provocado que en las dos primeras semanas de septiembre se contabilice una fuga de 415 millones de dólares (451 millones de euros) en las reservas de Brasil. No obstante, el nivel de las mismas se sitúa en 35.849 millones de dólares, cumpliendo con los objetivos pactados con el FMI del mínimo nivel de reservas exigible en cada mes.
Más interrogantes plantea, sin embargo, el cumplimiento de otras metas negociadas con el FMI: el compromiso de crecimiento es del 2,2% para este año y del 3,5% para 2002. Pero la debilidad que la economía mostró en el primer semestre del año y el agravamiento de la situación internacional dificultan que el PIB crezca más de un 2% este año, si bien las perspectivas de recuperación que se manejan a nivel mundial para 2002 pueden facilitar el cumplimiento de la meta de crecimiento brasileño para el próximo año.
En cualquier caso, y pese al sustancial enfriamiento de la actividad económica, la evolución de las cuentas públicas está siendo muy favorable, con lo que el superávit primario acumulado hasta julio asciende a 34.400 millones de reales, cumpliendo con el objetivo fijado. Más impacto tendrá la ralentización económica en el comportamiento de la inflación, que compensará los efectos de la depreciación del real. Esto facilitaría que se alcanzase el objetivo de situar la inflación en diciembre en un 6%, meta que parece razonable si se tiene en cuenta que en julio la inflación descendió hasta un 6,4%.
La rentabilidad disminuye en México
La persistente reducción de la inflación mexicana desde un 9% en diciembre hasta un 5,9% en julio, favorecida por la apreciación del 5% del peso, permitieron una sustancial relajación de la rentabilidad a corto plazo. De esta manera, el tipo de interés de las Cetes a 28 días pasaron de referencias cercanas al 18% a comienzos de año hasta alcanzar un mínimo de 6,97% el 21 de agosto.
Esta tendencia se truncó desde entonces, mientras que el deterioro económico de EE UU provocó una depreciación del peso del 4%. Este movimiento de la divisa alimentó las expectativas de aumentos de inflación que propiciaron un modesto incremento de las rentabilidades a corto.
El repunte se vio intensificado tras el atentado del 11 de septiembre, reflejando la incertidumbre que reinaba sobre los posibles efectos en la economía americana. En la subasta posterior al atentado, el alza fue de un punto, hasta un 9,76%.
La reducción de tipos de la Reserva Federal propició una corrección de la rentabilidad, que terminó bajando al 9,09%. Sin embargo, existen factores de riesgo que no permiten confiar en que se prolongue e intensifique esta senda bajista de las rentabilidades a corto plazo.
Por un lado, la fuerte depreciación experimentada por la divisa en las dos últimas semanas, con los riesgos que ello conlleva para el comportamiento de la inflación futura. Por otro, no hay que olvidar que el riesgo de una mayor desaceleración en EE UU y la postergación de la aprobación de la reforma fiscal, son factores que agravarían la desaceleración de la economía mexicana y retrasarían su recuperación.