Camacho intentó estafar a Caja Madrid 250 millones de pesetas
Los máximos responsables de Gescartera iniciaron meses antes de saltar el escándalo una desesperada huida hacia delante que les condujo, incluso, a un intento de estafa a Caja Madrid. La polémica actuación de la presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Pilar Valiente, en buena parte del proceso protagonizado por la agencia de valores, ha movido al vicepresidente segundo, Rodrigo Rato, a pactar con ella el abandono del organismo supervisor, que quiere realizar de forma ordenada y sin causar problemas añadidos al Gobierno. Rato y Valiente abordaron esta cuestión en una reunión mantenida el pasado 31 de agosto en la sede del Ministerio de Economía.
Un alto cargo de Gescartera intentó retirar un cheque por 250 millones de pesetas de una sucursal de Caja Madrid pocos meses antes de ser intervenida. Pocas horas antes, el presidente de la agencia de valores Antonio Camacho había abierto una cuenta en dicha agencia, ingresando talones por importe de 800 millones de pesetas, que posteriormente se comprobó que no tenían fondos.
La huida hacia adelante de Gescartera en abril, poco antes de ser intervenida, llevó a los responsables de esta agencia a buscar liquidez con la que tapar los enormes agujeros creados en sus cuentas sin reparar en los métodos, muchos de ellos presuntamente delictivos.
Responsables de Caja Madrid han reconocido a este diario que un empleado de Gescartera se personó en el mes de abril en una sucursal con varios talones por importe de 800 millones de pesetas. Formalizado el depósito, la entidad le entregó el correspondiente talonario.
Dos horas después, es decir, antes de que los talones depositados pudieran ser compensados correctamente, el mismo empleado de Gescartera volvió a la sucursal de la entidad y extendió un talón en ventanilla para retirar 250 millones de pesetas contra la misma cuenta en la que antes había ingresado los 800 millones de pesetas. Movimientos tan fuertes para una sucursal y en tan corto espacio de tiempo despertaron las sospechas del director de operaciones, que bloqueó la entrega. Una investigación posterior de los talones por importe de 800 millones de pesetas permitió descubrir que carecían de fondos, lo que llevó a anular la cuenta y a someter a vigilancia todos los movimientos de la entidad con Gescartera.
El fracaso inicial no pareció, sin embargo, desanimar a Camacho. En la primera semana de julio, el responsable de una imprenta llamó con urgencia al servicio de seguridad de Caja Madrid. Un ciudadano había solicitado que le hicieran un tampón (sello) con el logotipo de la caja. El departamento de seguridad comprobó que no era ningún empleado de la entidad quien lo había solicitado, lo que motivó la presentación por parte de la entidad de una denuncia en la comisaría de la calle Alfonso XIII.
Interviene la CNMV
Los agentes de esta comisaría descubrieron pocos días después que la persona que había encargado el tampón con el logotipo de Caja Madrid era un empleado de Gescartera.
Los responsables de Caja Madrid pusieron los hechos en conocimiento de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Casualmente, la CNMV pareció dar un giro radical en su consideración hacia Gescartera, a la que había elevado a la categoría de agencia de valores para, según han defendido los máximos rectores del organismo bursátil, controlar mejor a la entidad. En la mañana del viernes 15 de julio decidió apresuradamente decretar su intervención. El regulador ponía ese mismo día en conocimiento de la fiscalía de Madrid las irregularidades que ya había descubierto en sus investigaciones sobre Gescartera.
En la información que facilitaba ese día la Comisión Nacional del Mercado de Valores no se explicitaba el uso indebido de pagarés o sellos con la identidad corporativa de Caja Madrid. Se destacó que se habían detectado indicios de que dicha agencia estaba en situación "extremadamente grave" y, tras varios requerimientos (no completamente atendidos) de información adicional, decidía intervenir la sociedad.
Fuentes del mercado han señalado a este periódico que antes de acudir a Caja Madrid, los responsables de Gescartera intentaron lo propio con Benito y Monjardín.
Esta sociedad de valores y Bolsa, como el resto del sector, no está facultada para conceder créditos, pero sí para arbitrar líneas de negociación con su clientes, según la legislación vigente. Gescartera pretendía, según fuentes solventes, que Benito y Monjardín le permitiera hacer operaciones intradía por importe total de 1.500 millones de pesetas. Las diferencias servirían para paliar gran parte de las pérdidas acumuladas. Los responsables de Benito y Monjardín, sociedad con la que Gescartera hizo operaciones bursátiles, se negaron a acceder a las pretensiones de la agencia de Camacho.
Para entonces, apuntan fuentes bursátiles de máxima solvencia, Antonio Camacho ya había entrado en un huida hacia adelante, porque otro de sus mentores, el banco HSBC, también le había cerrado el grifo.
En medios de Bolsa conocedores de la operativa de Gescartera se indica que las prisas por sellar una carta de crédito advertidas en el empleado que acudió a Caja Madrid estaban justificadas por la necesidad de acudir con este aval a otros despachos de firmas de Bolsa para que les permitieran seguir con la técnica suicida de operar intradía. Para entonces Gescartera ya estaba descapitalizada.
Hipoteca de 150 millones para una casa de lujo
Camacho y su agencia de valores han sido clientes habituales de Caja Madrid desde hace varios años. La relación no sólo afecta a temas estrictamente bursátiles. Caja Madrid, por ejemplo, concedió a Antonio José Camacho una hipoteca de 150 millones de pesetas para la compra de un chalet de lujo en la zona residencial de Madrid de La Moraleja. El chalet está ahora bajo intervención judicial.
La casa en cuestión fue valorada en su momento en 190 millones de pesetas por los tasadores de la caja. La diferencia entre el valor de tasación y el crédito hipotecario es mínima respecto al monto total del crédito, un hecho que llama la atención de los expertos en temas inmobiliarios.
"Cantidades tan importantes sólo te las concede una entidad por dos razones. Una, porque es sabedora de que tu patrimonio es alto y que puede responder en cualquier momento. Otra, porque la tasación haya sido especialmente baja, de tal modo que ante un quebranto la entidad financiera siempre podrá volver a vender el bien hipotecado por encima de la deuda no satisfecha", dice un agente inmobiliario.
Este asunto fue desvelado por Miguel Blesa, presidente de Caja Madrid, en un consejo de administración, cuando uno de los consejeros pidió información de la relación de la entidad con Gescartera. La consulta estuvo fundamentada en las diferentes informaciones que han aparecido en los últimos meses en los medios de comunicación y que han confirmado que Gescartera realizó movimientos y operaciones bursátiles, como otras entidades y firmas del mercado, con Caja Madrid Bolsa.
Miguel Blesa señaló al consejo, ese mismo día, que el saldo de Gescartera en Caja Madrid a final de abril era de 8.100.000 pesetas a favor de la agencia de valores. Respecto a las cuentas abiertas con Caja Madrid Bolsa, el presidente de la entidad señaló que a final de ese mismo mes Gescartera tenía una posición deudora de 67 millones de pesetas, pero que tenía títulos depositados por valor de 170 millones de pesetas. Estos títulos están intervenidos por las autoridades a la espera de que se resuelva el caso.
Desde abril, la Bolsa ha caído en picado, con lo que cabe presumir que el valor de los títulos depositados sea en estos momentos muy inferior a los de entonces. Incluso pueden tener una valoración neta inferior a la deuda, según expertos bursátiles.
La agencia eludió todos los requisitos exigidos por la ley
La transformación de Gescartera en agencia de valores mediante una orden ministerial firmada por el vicepresidente segundo, Rodrigo Rato, el 1 de septiembre de 2000 es uno de los aspectos más controvertidos del caso sometido a investigación, sobre todo si se tiene en cuenta que la decisión llegó precedida de la autorización de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, formalizada el mismo día (13 de junio de 2000) en que sancionaba con 10 millones de pesetas a los responsables de la agencia por falta grave.
La condición de agencia de valores se obtiene, según la Ley de Mercado de Valores, después de una resolución administrativa motivada. El ministro de Economía sólo podrá denegar la autorización, se lee en la norma, en caso de que considere que los accionistas no son idóneos para "garantizar una gestión sana y prudente de la entidad". Dicha idoneidad tomará como referencia la "honorabilidad empresarial y profesional" de los accionistas, sus medios patrimoniales, la posible falta de transparencia en la estructura del grupo al que eventualmente pueda pertenecer la agencia, la existencia de "graves dificultades" para inspeccionarla o la hipótesis de que la entidad pueda quedar expuesta "de forma inapropiada al riesgo de las actividades no financieras de sus promotores".
Otras condiciones
Para que Economía autorice la creación de una agencia de valores, ningún miembro de su consejo de administración puede estar inhabilitado o suspendido penal o administrativamente para ejercer cargos públicos o de administración de entidades financieras.
El 13 de junio de 2000, cuando la CNMV sanciona por falta grave a Gescartera pero, al tiempo, aprueba su transformación en agencia de valores, la mayoría de estos requisitos exigidos por la ley se pasa por alto. Lo mismo ocurre cuando tres meses más tarde Rato firma la orden que da más margen de maniobra a los presuntos estafadores.