Schröder encaja el peor dato de desempleo de su mandato
La desaceleración económica amenaza con revertir los avances alcanzados en Alemania en la lucha contra el paro por el Gobierno rojiverde: en agosto, por vez primera desde abril de 1998, el desempleo (no ajustado en términos estacionales) volvió a aumentar en la comparación interanual. En total, 3.788.800 personas en paro, lo que equivale a una tasa de desempleo del 9,2%, idéntica a la de julio.
Aunque previsto por los expertos, el dato del paro comunicado ayer por la Oficina Federal de Empleo condujo a una nueva subida de tono en las críticas de la oposición conservadora y de las patronales a la política laboral del canciller Gerhard Schröder, que en los tres años que lleva en el poder había logrado reducir mes tras mes el número absoluto de desempleados, siempre en la comparación interanual.
El panorama es algo más benévolo si se analiza la estadística de desempleo ajustada por variaciones estacionales. En esta modalidad, preferida por los analistas financieros, en agosto hubo 2.000 parados menos que en julio, debido, sobre todo, a variaciones en el calendario vacacional. Así, el paro se mantiene en un 9,3%, invariable desde mayo.
Estancamiento, por tanto, también en lo que se refiere a la comparación interregional: mientras que en el oeste del país la tasa de paro se mantuvo en el 7,3%, en la antigua República Democrática Alemana sólo se registró una leve mejora, del 17,3% al 17,1%.
Más cauteloso (o temeroso) que de costumbre, el presidente de la Oficina Federal de Empleo, Bernhard Jagoda, evitó dar un pronóstico sobre qué es lo que sucederá en septiembre, tradicionalmente un mes de recuperación. Ya previamente, Jagoda había descartado que este año se alcance una media de 3,7 millones de desempleados, la meta inicialmente prevista por su organismo.
Crecimiento insuficiente
Más importante aún: el estancamiento actual pone en entredicho que Schröder pueda reducir hasta 3,5 millones de personas el número total de desempleados para septiembre de 2002, tal y como prometió cuando fue elegido en 1998.
Según admiten incluso fuentes oficiales, una reducción considerable del paro requeriría un crecimiento económico de al menos un 2% en el presente ejercicio. Los expertos, sin embargo, ya sólo hablan de entre un 1% y un 1,5%. También el ministro de Finanzas, Hans Eichel, admitió la semana pasada que no se alcanzará el 2% de crecimiento que hasta la fecha figura en las estimaciones oficiales.
Calentando ya motores para la campaña electoral del próximo año, la oposición democristiana y liberal afirmó ayer que las estadísticas del paro son una prueba fehaciente del fracaso de la política socialdemócrata y verde.
A diferencia de las ambiciosas reformas adelantadas en materia fiscal y del sistema de pensiones, el Gobierno hasta ahora se ha resistido a flexibilizar el mercado laboral, tal y como piden muchos analistas financieros y las patronales. Por el contrario, se ha optado por una mayor regulación en lo que se refiere a los empleos de baja remuneración y a la legislación interna de las empresas.
Seguramente temeroso de espantar a los tradicionales electores socialdemócratas, Schröder, además, ha rechazado la introducción de un mercado laboral "a la americana". Justo hace dos días, el canciller había vuelto a insistir en esta posición en un discurso de política económica. Al mismo tiempo, sin embargo, dejó abierta la posibilidad de revisar a medio plazo las rigideces de los convenios sectoriales, uno de los pilares del mercado laboral alemán.
El euro, ajeno a Alemania
Los datos del paro en Alemania no causaron ayer el menor impacto en la cotización del euro, que se mantuvo en 1,126 unidades por dólar frente a las 1,128 del día anterior.
Tras el repunte de las últimas semanas, el euro ha vuelto a depreciarse esta semana frente al billete estadounidense ante las primeras señales de reactivación de la primera economía del mundo, lo que demuestra predominio del dólar en el mercado de divisas.
Además, en el fondo, se trata de una buena noticia para las autoridades europeas. La debilidad del crecimiento en la zona podía verse agravada con una excesiva fortaleza de la divisa, que restaría competitividad a las exportaciones de la región.
Con todo, la evolución del euro en las próximas jornadas dependerá del resultado de la reunión que la próxima semana mantendrán en Tokio el secretario del Tesoro de EE UU, Paul O'Neill, y el ministro de Finanzas nipón, Masajuro Shiokawa, para discutir una posible intervención de los bancos centrales en la cotización de sus divisas.