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TRIBUNA

<I>Futuro y sociedad de la información</I>

En su reciente visita a Valencia, Nicholas Negroponte, el guru de Internet, afirmó que es erróneo pensar que la infraestructura es más importante que la cultura para la sociedad digital. Lo que la gente haga, cómo lo haga y para qué es la clave de la "nueva sociedad digital" más allá de las condiciones económicas e infraestructuras técnicas existentes.

Casi desde el comienzo del desarrollo del fenómeno de Internet y las tecnologías de la información se han creado tres grupos de analistas:

Los que perciben este fenómeno como una amenaza y no paran de advertir de sus riesgos (el anonimato de las decisiones, el control sobre la vida de las personas, la polarización social que genera, etcétera).

Los que sólo aprecian sus beneficios (especialmente los económicos, pero también los culturales y científicos).

Y los que consideran que todo depende del uso que se haga de las tecnologías de la información y las comunicaciones (que la tecnología en sí ni es buena ni es mala).

El desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones, como cualquier proceso humano, tiene aspectos positivos y aspectos negativos, pero lo que resulta más difícil de aceptar es que se pueda establecer esa radical diferencia entre la tecnología y su aplicación.

En cualquier caso creo que es necesario hacer una reflexión seria y pausada de los nuevos desafíos que nos depara esta nueva sociedad basada en el uso intensivo de la tecnología y en el comercio de la información. Si bien es cierto que abre oportunidades y posibilidades en muchos ámbitos y espacios concretos -lo que significa mayor libertad-, también es verdad que a mayor libertad se necesita mayor responsabilidad y mayor control sobre los posibles riesgos.

Considero que una reflexión sobre la responsabilidad en la era de la información hay que hacerla en voz alta. Que el uso público de la razón, tan querido por los ilustrados, nos puede ayudar a encontrar el mejor camino para un desarrollo tecnológico y social responsable que no viene predeterminado por ninguna fuerza ajena a la propia sociedad humana.

Esto es precisamente lo que se pretende en el XIV Con-greso Europeo de la Red Europea de æpermil;tica de los Negocios (European Business Ethics Network, EBEN) que se celebrará en Valencia del 12 al 14 de septiembre próximo: reflexionar sobre los desafíos éticos de las empresas y los negocios en la sociedad de la información y las comunicaciones.

Problemas como el impacto de las tecnologías de la información en el desarrollo económico de los países pobres, el uso de la información privada, la responsabilidad de las decisiones cuando se toman a miles de kilómetros y de forma casi anónima, la nueva organización del trabajo y las implicaciones del teletrabajo, etcétera, son algunas de las cuestiones que allí se tratarán. Sobre estos temas reflexionarán personalidades co-mo el premio Nobel de Economía Amartya Sen; el sociólogo Manuel Castells, o el director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet.

De la reflexión pública de estos temas depende el futuro de nuestras sociedades. Ni el determinismo tecnológico ni el económico son teorías aceptables para la construcción de nuestro mundo. Aun cuando el enorme avance científico y técnico haga sentir al ser humano pequeño e incapaz de guiar su propio destino, este sentimiento no puede convertirse en razón y justificación para la inactividad o para la reclusión a nuestra esfera privada.

Ni la globalización ni el desarrollo tecnológico son fenómenos naturales, sino que son fenómenos sociales y por tanto dirigibles por las personas. Y una manera de empezar a dirigirlo y guiarlo es comenzar por preguntarse hacia dónde queremos ir. æpermil;sta es la pregunta esencial a la que intentaremos responder durante tres días de septiembre en Valencia.

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