La crisis frustra las promesas de Koizumi
Los últimos indicadores conocidos revelan que la crisis de la economía japonesa será profunda y duradera, lo que ha hecho tambalear los planes reformistas del primer ministro.
El próximo viernes la economía japonesa habrá entrado técnicamente en recesión si se cumplen todas las previsiones. Los analistas apuntan a que el producto interior bruto (PIB) del segundo trimestre, que será publicado ese día, será negativo, reflejando una caída de casi un 1%. Con ello se cumplirían las condiciones para determinar que la economía sufre una recesión (dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo), después de que entre enero y marzo el PIB se contrajera un 0,2%.
Los últimos indicadores macroeconómicos no han hecho más que alentar el pesimismo y situar al primer ministro ante una difícil disyuntiva: cumplir sus promesas electorales y aplicar severas y rápidas reformas a la economía o impedir que la crisis sea aún más dolorosa.
Los últimos acontecimientos muestran que Koizumi empieza a dar marcha atrás en algunas de las piezas clave de su programa. La semana pasada el titular de la Agencia de Servicios Financieros, Hakuo Yanagisawa, prorrogaba hasta 2008 el plazo en el que los bancos deben deshacerse de sus créditos incobrables, uno de los principales motivos de la crisis económica, frente a las promesas del primer ministro de eliminarlos en dos o tres años. "Koizumi se ha echado hacia atrás y va a dilatar los plazos para que no tenga un efecto tan negativo en la economía", afirma César Gil, analista de Daiwa Securities en Madrid.
El deterioro económico supera todas las expectativas, y aunque Koizumi hizo suyo el eslogan de "no pain, no gain" (sin dolor no hay ganancia), advirtiendo que las reformas conllevarían un periodo difícil para mejorar más tarde, la crisis es tan profunda que, de momento, no ha aplicado ninguna de las líneas maestras de su programa. "El proceso de reformas no se va a suspender, pero parece que pasa lo de siempre, se anuncia mucho pero al final no se sabe cuándo se cumplirá", señala Gil.
Koizumi accedió a la jefatura del Gobierno el pasado mes de abril con un apoyo popular desconocido en Japón, en torno al 80%, porque simbolizaba las reformas en un país caracterizado por el anquilosamiento de la clase política y la economía, estancada desde hace más de una década. Además del saneamiento de la banca, Koizumi prometió privatizaciones, limitar la emisión de bonos y reducir el endeudamiento del Estado. El jefe del Ejecutivo ha criticado siempre la política tan extendida entre los Gobiernos nipones de impulsar la economía mediante paquetes extrapresupuestarios, lo que ha llevado a Japón a convertirse en el país industrializado más endeudado del mundo, hasta el 130% del PIB. Ahora, sin embargo, se espera a conocer el dato del PIB para anunciar un presupuesto extra, destinado, seguramente, a luchar contra el desempleo.
La Bolsa ha reflejado el descontento de los inversores por el incumplimiento de las promesas. El día que Yanagisawa anunciaba la demora en el saneamiento del sistema bancario, el índice Nikkei, arrastrado por los valores de los bancos, cayó un 1,87%, cerrando por primera vez en 17 años por debajo de los 11.000 puntos. Ese mínimo fue rebasado los días siguientes. No obstante, las pérdidas de la Bolsa no se pueden achacar sólo al temor de un colapso bancario, sino al deterioro económico recogido por los indicadores recientemente publicados.
El problema del desempleo
La producción industrial cayó en julio un 2,8%, más del ya de por sí preocupante 2,4% previsto. "Si el índice de agosto refleja un descenso sería el sexto mes consecutivo de declive, un fenómeno no conocido desde el periodo diciembre de 1991-mayo 1992", advierte Seiji Adachi, analista de Credit Suisse First Boston. "Los datos muestran claramente que la desaceleración económica progresa más rápidamente de lo previsto", añade.
La caída de la producción industrial viene precedida por un descenso del consumo, responsable del 60% del PIB, y de las exportaciones, mermadas por los menores pedidos realizados desde EE UU. Para defenderse, las empresas reducen las plantillas, lo que ha llevado el índice desempleo al máximo histórico del 5%. El saneamiento de los bancos cortaría los créditos a muchas empresas, que irían a la quiebra, aumentando el número de parados. Los analistas creen que el porcentaje de desempleo alcanzará el 6% este año. "El impacto inicial de las reformas será seguramente deflacionario al disparar el desempleo", opinan en Salomon Smith Barney.
La deflación es otro más de los problemas de la economía nipona. El índice de precios al consumo cayó en julio un 0,9% frente al año anterior. Un suma y sigue que parece no tener fin.
Un baile de cifras que el FMI no puede resolver
La incapacidad de cuantificar el problema de los créditos que la banca no podrá recuperar ha enfrentado al Gobierno de Japón con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El pasado viernes, el ministro de Asuntos Financieros, Hakuo Yanagisawa, negaba al FMI la solicitud de que un equipo evaluara el sistema financiero para determinar el monto total de los créditos irrecuperables por los bancos. "Me gustaría que esperaran un buen momento. Y ahora es un poco difícil", manifestó Yanagisawa, aduciendo que la Agencia de Servicios Financieros "carece de los efectivos para ese trabajo suplementario", informa France Presse.
Según el ministro, el "buen momento" podría ser el año próximo, cuando la agencia, creada hace sólo cuatro años y con una plantilla de 850 personas, contratara personal adicional. Yanagisawa quiso negar, sin embargo, las informaciones que sostenían la negativa total de Japón a la inspección del FMI. "Los artículos de prensa que dicen que hay fricciones entre nosotros y el FMI son falsas", dijo.
Entre tanto, las cifras aceptadas por el Gobierno difieren mucho de las apuntadas por los analistas. Mientras el Ejecutivo ha reconocido que los créditos incobrables ascienden a 34 billones de yenes (51 billones de pesetas), otras estimaciones, como la de Goldman Sachs, elevan esa cifra hasta los 170 billones de yenes (255 billones de pesetas).
En cualquier caso, si la economía no mejora, los créditos irrecuperables crecerán a un ritmo anual de dos billones de yenes, haciendo imposible la solución del problema, señala