La inflación empieza a remitir
Cierto es que el IPC de Estados Unidos que se presentó ayer fue superior a lo que esperaban los miembros del mercado. Pero no por ello el IPC interanual dejó de remitir. Algo similar sucede en Alemania y Francia, motores de la zona euro. España es diferente y el calentamiento de precios persiste. La inflación subyacente, lejos de remitir, sigue al alza.
Poco a poco, los datos macroeconómicos dan la razón a los que apostaban por una ralentización en toda regla. Dentro de lo malo, al menos no hay indicios de estanflación. Hasta ahí, todo bien. Las economías, y muy especialmente la de Estados Unidos, no van a funcionar siempre a toda máquina.
Han pasado ya nueve meses desde que comenzasen a generalizarse las expectativas de una fuerte desaceleración en las economías internacionales. Se han cumplido los augurios más negativos, pues el enfriamiento ha sido más lento de lo esperado, pero la recuperación parece lejana. La V de la que hablaban algunos parece más bien una U o incluso una L.
La contención de los precios permite bajar los tipos de interés. Pero la relajación monetaria no es suficiente para reactivar la economía.
Hay que cambiar las expectativas. Las empresas tienen que dejar pasar el mal momento actual, vivir unos pocos trimestres de malos resultados y dejar de despedir a trabajadores y recortar inversiones.
En otras palabras, el ciclo tiene que pasar. La contención de los precios es una noticia positiva en la medida en que indica que la economía se ajusta a los ciclos clásicos de expansión y depresión.
El riesgo más grave para los mercados, el de una estanflación, desaparece a medida que remite el IPC. Es un mal menor, pero no contribuye a animar la Bolsa. Como siempre sucede, el mercado empezará a remontar antes de que la economía repunte.