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Berlín, París y Londres acuerdan el reconocimiento mutuo de patentes

Alemania, Francia y Reino Unido han decidido no esperar más al proyecto de patente europea que impulsan desde hace años las instituciones comunitarias. Los tres países, origen de un tercio de las patentes que se tramitan en Europa, han sellado un acuerdo extracomunitario para reconocer las patentes expedidas en sus respectivas lenguas oficiales y evitar así los costes de traducción.

Holanda, Dinamarca, Suecia y Luxemburgo completan la lista de Estados miembros que se han comprometido a reconocer automáticamente las patentes expedidas por la Oficina Europea de Patentes de Múnich en inglés, alemán o francés. Los titulares de las patentes sólo deberán traducirlas en caso de litigio ante un tribunal que trabaje en otra lengua. El acuerdo entrará en vigor el primer día del cuarto mes después de que los parlamentos respectivos lo hayan ratificado.

La Oficina de Múnich (1973) expide patentes en esos tres idiomas, pero los 20 países firmantes de la convención de patentes (los 15 comunitarios más Suiza, Turquía, Chipre, Liechtenstein y Mónaco) bajo la que opera pueden exigir que el título se traduzca a su lengua nacional. La CE presentó el año pasado su enésima iniciativa para intentar superar este problema, que dispara los costes de una patente en Europa hasta casi el triple de los de EE UU o Japón. Bruselas pretende convertir la Oficina de Múnich en un organismo comunitario, respetando su régimen lingüístico y otorgando validez a los certificados que expida en todo el territorio de la UE. Sin necesidad de traducción.

La propuesta se ha estrellado con la oposición de aquellos Estados cuya lengua no aparece reconocida por la convención de patentes. España ha liderado a este grupo que defiende una oficina nacional de patentes que trabaje siempre en la lengua oficial del país y sirva de intermediaria a las pymes para tramitar una patente europea.

Pero el acuerdo firmado en Londres el pasado 17 de octubre, y al que Francia se adhirió la semana pasada, permite a los firmantes esquivar el veto español y abre el camino para un área de libre circulación de patentes en la Unión Europea. Un Schengen de la innovación del que España se queda fuera.

La Confederación Europea de Empresarios (Unice) ha saludado el acuerdo como un paso decisivo "para la mejora del sistema europeo de patentes en términos de costo económico". También la Comisión considera estimulante que siete Estados miembros, a los que se han sumado Suiza, Liechtenstein y Mónaco, hayan decidido avanzar en el reconocimiento de las patentes. La Comisión afirma, no obstante, que su proyecto para una patente comunitaria sigue adelante, aunque para los países firmantes del acuerdo deja de ser una necesidad tan acuciante. "Las pymes serán las primeras en beneficiarse", vaticina Daniela Israelachwili, secretaria general en funciones de Unice.

"Los costes de patentar en Europa se reducirán sustancialmente" gracias al acuerdo de Londres. El texto preveía la adhesión de los tres países con mayor solicitud de patentes en 1999. La incorporación final de París deja ya paso a la Europa de dos velocidades en la invención.

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