Atascos para conseguir el coche deseado
Alternativa a la espera
En Mercedes cuentan que muchos de sus coches se comercializan en función de cupos que se hacen con respecto a la estadística de ventas de cada país o concesionario por lo que las oportunidades de que se agilicen las entregas son reducidas. Pero como la espera no es buena ni para el cliente ni para el fabricante, Mercedes ha puesto en marcha recientemente un programa llamado Acción II que trata de hacerla más llevadera. Consiste en ofrecer al cliente otro coche con pacto de recompra y precio cerrado pero flexible (dependiendo de la demora) y que se descontará del precio del coche solicitado cuando esté disponible.
Los que no pueden permitirse largos plazos son los fabricantes de marcas generalistas que gozan de una menor fidelidad. Aquí los plazos se reducen, excepción hecha de las personalizaciones (tapicerías y otros complementos). Renault entrega el Megane Scenic en 20 días máximo y los coches en stock entre dos y cinco días, aunque desde la francesa se reconoce que en el caso del nuevo Laguna diesel la fuerte demanda y los ya mencionados problemas de producción de motores de este tipo de carburante demora la matriculación dos meses.
Desde Opel se confirma que si el coche está en los centros de distribución se tarda de ocho a 10 días en matricularse, si tiene alguna personalización hay que esperar una media de seis semanas y Citroën tiene como plazo máximo 15 días para su nuevo modelo C5. El Xsara Hdi se puede conducir en ocho días.
Hay excepciones. Volkswagen-Audi tiene una media de entrega de dos meses, el tiempo de producción del coche, aunque si el que el cliente quiere está en stock no hay nada que esperar. Y la segunda excepción se da entre los coches de capricho, moda (con fuerte demanda) y nuevos lanzamientos. Peugeot, en uno de sus mejores momentos de mercado, tiene un plazo de un mes de entrega para su 206, el coche con mayor venta (algo más si es Diesel) pero si es el Coupé Cabriolet, entonces hay que esperar sentado. No menos de seis meses.
Vehículo a la carta, el sueño de empresas y clientes
Las largas esperas para matricular un coche son una pesadilla para los clientes, pero también para la industria del automóvil. Los fabricantes saben que la distribución es su asignatura pendiente para acercarse a sus clientes y en la que más costes deben ahorrar en los próximos años, una vez ajustadas las estructuras industriales.
Algunas de las casas ya han empezado a trabajar en ello. En 1995, Opel puso en marcha unos grandes centros de distribución que están facilitando las entregas. Renault, por su parte, presentó en 1999 un plan que se iría aplicando progresivamente en sus fábricas para tratar de reducir las esperas a dos o tres semanas. En España este sistema, que empieza en la propia planificación de la fábrica, se implantó el año pasado.
Desde Ford Europa se dijo la semana pasada que se va a poner en marcha una política de "producción más cercana al cliente", cuyo objetivo es "transformar los deseos de los clientes en producción real tan pronto como sea posible", lo que significa tratar de hacer un coche a la carta, es decir: lo que el cliente quiere, en equipamiento, color y especificaciones sin que por ello se deba esperar más. La tarea es muy difícil porque requiere un importante esfuerzo logístico en la medida en que son muchos los verdaderos fabricantes de coches (la marca, todos sus proveedores y a su vez los proveedores de éstos). Es el coche a la carta, un sueño para la industria del automóvil que no sólo redundará en una mejora de su imagen sino también una reducción de los costes.