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INTERNACIONAL

Japón apuesta por que el yen refleje la debilidad económica

El Gobierno japonés quiere desentenderse de la política cambiaria. El viceministro de Finanzas, Haruhiko Kuroda, apostó ayer por un yen que refleje en su cotización el devenir de la economía nipona. "No se trata de que el yen suba o caiga, sino que refleje la realidad", señaló el responsable económico.

Kuroda descartó cualquier intervención del Ejecutivo para frenar la depreciación del yen, que ha perdido en lo que va de año casi un 9% de su valor respecto al dólar.

"No hay intención de promover un yen más fuerte o más débil. Lo apropiado es que la moneda refleje la situación real de la economía", señaló el viceministro. No obstante, "ni Japón, ni ninguno de los miembros del G-7 [el grupo de los países más industrializados] tiene intención de promover un yen débil", intentó tranquilizar Kuroda.

Los comentarios del dirigente cundieron rápidamente en el mercado: el dólar superó por primera vez desde abril los 125 yenes por unidad. El día anterior, la moneda americana se había vendido a 124,36 yenes. Luego la moneda nipona se recuperó y regresó al entorno de los 124,5.

Cobertura del paro

Las perspectivas económicas son tan negativas que el presidente de la patronal Nikkeiren, Hiroshi Okuda, instó ayer al Ejecutivo a que prolongase la cobertura del seguro de desempleo ante la posibilidad de que los despidos aumenten en los próximos meses.

Okuda, que también preside Toyota Motor, criticó la política de reformas anunciada por el primer ministro, Junichiro Koizumi, y aseguró que las medidas del Ejecutivo provocarán que el paro supere la cifra histórica del 4,9% registrado en mayo.

El seguro de desempleo en Japón cubre el 70% del sueldo base y se ajusta en función de la edad del empleado y los años que sirvió a la empresa. Actualmente, las personas que han trabajado entre cinco y 10 años tienen derecho a seis meses de subsidio. Para los que han trabajado entre 10 y 15 años, la ayuda dura siete meses. Los trabajadores que superan ese límite tienen un máximo de 10 meses de cobertura.

Los ministros de Finanzas del G-7, el grupo de los países más desarrollados del mundo, se reúne este fin de semana en Roma. Kuroda y el ministro nipón de Finanzas, Masajuro Shiokawa, aprovecharán la oportunidad para explicar a sus socios las reformas que Koizumi quiere imponer para reactivar el desarrollo. "Los cambios estructurales serán bien recibidos", opinó Kuroda.

La economía nipona es incapaz de salir de la recesión: el PIB se contrajo un 0,2% en el primer trimestre del año; el Ministerio de Finanzas reconoció entonces que los siguientes meses serán aún peores; los analistas prevén que la deflación continúe en 2002, registrando así el cuarto año consecutivo de caída de precios; la debilidad de la demanda privada de créditos amenaza con arruinar la política monetaria expansiva, y la reforma del sector bancario, devastado por los créditos morosos, sigue aún en el aire.

Ante estas circunstancias, Kuroda traslada al Banco de Japón, la autoridad monetaria, la mayor parte de la responsabilidad en la futura recuperación del país. "Todo el mundo sabe que no hay margen de maniobra fiscal. Se espera mucho más de la política monetaria". Los distintos Gobiernos nipones han recurrido al endeudamiento presupuestario para espolear la economía. Los resultados de esa política son patentes: no sólo la economía sigue en recesión, sino que Japón se ha convertido en el país desarrollado con mayor carga de deuda pública respecto al PIB.

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