Uruguay devalúa su moneda en vísperas de la cumbre del Mercosur
El Gobierno uruguayo decidió el lunes acelerar la devaluación del peso frente al dólar. La medida estará vigente, en principio, hasta finales de año y trata de evitar la pérdida de competitividad en las exportaciones frente a Argentina y Brasil.
El peso uruguayo pasará a devaluarse a un ritmo mensual del 1,2%, frente al 0,6% vigente hasta ahora. Además se amplía hasta el límite del 6% (antes estaba en el 3%) la oscilación que puede experimentar el tipo de cambio frente al dólar. Superado ese límite, el banco central defenderá la moneda vendiendo dólares, informa Fernando Martínez desde Madrid.
La medida ha obligado a revisar la previsión de inflación del 5,5% al 7,5%, aunque el ministro de Economía, Alberto Bensión, reconoció que podría llegar al 8%. El ministro mantuvo en el 2% la previsión de crecimiento del PIB.
El peso uruguayo se cambia actualmente a 13,12 unidades por dólar y ha experimentado este año una depreciación del 4,5%. Sin embargo, su competitividad cae frente a la depreciación crónica del real brasileño, que ha perdido un 25% de su valor y que se cambia al mínimo histórico de 2,46 unidades por dólar. Argentina sorprendió el lunes aprobando una modificación del tipo de cambio para el comercio exterior, que sitúa la cotización del dólar a 1,08 pesos, frente a la paridad vigente desde hace una década y que aún rige para las operaciones internas.
Uruguay no puede permitirse el lujo de ser el país más caro de la zona, ya que el mercado regional representa la mitad de sus exportaciones y el 90% de los ingresos por turismo.
El escenario devaluatorio marcará así la cumbre de los países del Mercosur (Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina) que comienza mañana en Asunción, la capital de Paraguay. Ese país, que cierra su presidencia de turno, propondrá la integración energética de la región. Brasil apostará por una legislación común en materia de transportes y telecomunicaciones. Chile, socio preferente del Mercosur, aprovechará el encuentro para demostrar su absoluto interés en la región, pese a sus crecientes relaciones con EE UU y la UE.