Alierta calma la compañía y saca partido de la era de Villalonga
Abril de 2000. Los accionistas de Telefónica acuden a la junta para aprobar los planes de opciones sobre acciones para 100 altos directivos, con una cotización cerca de sus máximos históricos, dos filiales, Móviles y Emergia, en la rampa de lanzamiento a Bolsa y el acuerdo para comprar Endemol ya cerrado. Sólo un mes después, Juan Villalonga negociará a la vez dos fusiones llamadas a cambiar la estructura de la compañía: la de Telefónica con KPN y la de Terra con Lycos. La segunda llegó a buen puerto entre opiniones dispares del mercado y de los analistas. La primera, mientras tanto, se frustró por la oposición del Gobierno, lo que evidenció la ruptura definitiva entre Villalonga y el Ejecutivo.
Junio de 2001. El orden del día de la asamblea general no augura sobresaltos y la única operación relevante a valorar será la ampliación de capital para la compra de las filiales de Motorola en México. La acción ha perdido un 32% de su valor desde la última junta.
w Se impone el estilo. Entre una y otra asamblea de accionistas media tanta diferencia como la que existe entre los dos presidentes que las protagonizan: Juan Villalonga y César Alierta. El primero, decidido a convertir Telefónica en un referente mundial y embarcado en una desenfrenada carrera de adquisiciones; el segundo, inmerso en la consolidación de lo heredado y centrado en buscar rentabilidad para todos los negocios.
La gestión de Juan Villalonga no puede calificarse menos que de polémica, aunque siempre tuvo el respaldo de unos analistas que vieron cómo la acción se multiplicaba por 5,5 durante su mandato. César Alierta ha roto toda polémica, se ha centrado en una gestión racionalizada, pero, en su corto mandato, los títulos acumulan una caída del 25%, aún así, también está tendiendo el respaldo de la mayoría de los analistas.
w El mercado cambia. La explicación a esta aparente contradicción está, según los expertos, en los diferentes momentos de mercado que les ha tocado vivir. Villalonga apostó por crecimiento con una Bolsa y una situación expansivas y Alierta se ha centrado en la consolidación de su herencia justo cuando esto es lo que se reclamaba. Porque los primeros 11 meses de Alierta se han destinado a poner orden en las cuentas y en las empresas de Telefónica, buscando el ahorro de costes y la rentabilidad en el entramado de Internet, medios y otras iniciativas de Villalonga.
Lo primero que hizo Alierta al llegar a Telefónica fue modificar el equipo gestor y rodearse de personas de su confianza y con un amplio conocimiento de la operadora. Lo segundo, lanzar un claro mensaje al mercado: se acabó la época de las compras indiscriminadas y salidas a Bolsa. Y así lo ha hecho. La única colocación ha sido telefónica Móviles, en un movimiento que, pese a sus resultados bursátiles, ha sido muy alabado por los analistas, que destacan la oportunidad de los financieros de Telefónica, quienes vieron que tenían que adelantarse a sus rivales y sacar la filial de móviles a Bolsa antes de que se evidenciaran problemas de liquidez en el mercado.
La entrada en México y la alianza con Portugal Telecom también "tienen todo el sentido", explica el analista de telecomunicaciones de Ahorro Corporación.
w Una crítica. La única pega que se le achaca a Alierta es el alto coste de la licencia de UMTS en Alemania, "que será difícil de rentabilizar si no se da un proceso de consolidación en este país", añade otro experto. Entre las dudas del mercado también se sitúa Italia, si bien la factura en este país ha sido mucho más barata.
w Un reto. Con este escenario, los analistas creen que habrá movimientos en la segunda mitad del año, protagonizados por dos compañías ahogadas en problemas económicos: BT Wireless y KPN. Con ellas se puede poner en marcha el proceso de consolidación europeo y Telefónica no debe quedarse al margen. "Es el momento de Telefónica para asentarse en Europa", explica el experto de ahorro corporación. "BT Wireless dará sentido a la presencia de la española en Alemania y supondría su entrada en el Reino Unido. Con todo, tiene que estar rápida, ya que para Telecom Italia también tiene mucho sentido la compra de la filial de BT".
w Un logro. Si algo ha caracterizado a Alierta en los 11 meses que lleva como presidente de Telefónica ha sido la cautela y la revisión constante de las opciones que se le planteaban, hasta el punto de que personas cercanas a él aseguran que la frase que más ha repetido ha sido "no lo veo claro". Algunos analistas aseguran que esta cautela raya en el inmovilismo y que se pueden estar perdiendo oportunidades. Otros insisten en que el mercado no está para fiestas. Lo que nadie niega es el éxito de Alierta dentro de España y en la telefonía fija, donde el acercamiento a la Administración ha permitido conseguir lo impensable, la ansiada subida de la cuota de abono. La buena relación con el Gobierno ha llegado hasta el punto de que ya se está pensando en el próximo paso, el fondo del servicio universal.
w Un lastre. La evolución bursátil es el punto negro de la gestión de Alierta, en contraste con los éxitos de su predecesor. Las acciones de Telefónica han perdido un 46% desde sus máximos. Pero en este campo también tiene defensa. Las telecomunicaciones se han enfrentado a una de las peores crisis de su historia y, aunque con pérdidas, Telefónica ha aguantado mejor que sus competidores.
La cuenta de resultados es quien lo ha hecho posible. La deuda de Telefónica es una de las menores entre sus homólogas y el proceso de ahorro de costes ha tenido su reflejo en el mercado. En este punto, Alierta ha sabido sacar partido de lo bueno que dejó Villalonga. Si Endemol, Lycos y Telefónica Media han sido pesados fardos con los que lidiar, la deuda que traía Telefónica ha sido una bendición.
Villalonga compró todo lo que pudo con acciones. La adquisición de las filiales latinoamericanas no supuso endeudamiento y ha permitido a Alierta lucir unos beneficios de 416.764 millones en 2000. Villalonga también supo lanzar una macroampliación de capital al mercado cuando las rebajas en el precio de suscripción eran un acicate para acudir a la emisión y no una excusa para hundir la cotización. Así financió otra de las joyas de la corona de Alierta, Brasil, donde protagonizó una de las operaciones financieras más exitosas: la cancelación anticipada de la deuda en condiciones más que ventajosas.