El FMI urge a Japón a acelerar las reformas y sanear la banca
La mala situación económica de Japón ha forzado una intervención de las autoridades internacionales. El FMI reclamó ayer al nuevo Gobierno nipón que acelere las reformas, empezando por el sector bancario. Casi de forma paralela, los responsables económicos de EE UU se reunieron en Washington con los principales líderes políticos japoneses.
El saneamiento de la banca es un requisito urgente e imprescindible para que Japón retome la senda del crecimiento sostenido. æpermil;se es el mensaje que ayer trasladó el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Horst Köhler, a las autoridades niponas en Tokio.
Köhler advirtió que el Gobierno de Junichiro Koizumi debe acelerar las medidas para que el sector financiero se libere de los créditos incobrables que arrastra desde la década de los ochenta y que suponen un lastre de 11,7 billones de yenes (unos 19 billones de pesetas) para el sector. El Ejecutivo japonés ha puesto un plazo máximo de tres años a la banca para deshacerse de esta deuda.
El responsable del FMI advirtió que el saneamiento no debe hacerse con una nueva inyección de dinero público, que es lo que ha venido sucediendo en los últimos años.
A pesar del negativo panorama que dibujan los últimos datos sobre producción industrial y empleo, Köhler ratificó las previsiones del organismo de un crecimiento del 0,5% para este año.
"El problema de fondo es la falta de confianza", sentenció Köhler. De ahí que, a su juicio, Koizumi deba aprovechar el fuerte apoyo popular que tiene para aplicar con urgencia un amplio programa de reformas económicas que permitan a Japón "recuperar su posición como motor de crecimiento regional y global", apuntó el director del Fondo.
Koizumi llegó al poder el pasado abril con la promesa de aplicar reformas drásticas para sacar a la economía de 10 años de estancamiento. Sin embargo, en este mes de mandato el líder nipón ha hecho poco más que anuncios inconcretos, lo que ha suscitado críticas entre la población. El primer ministro ha convocado para hoy a su equipo económico para tratar de diseñar un programa presupuestario a largo plazo, que incorpore buena parte de las reformas prometidas por Koizumi, como la privatización del sistema postal o la liberación de los ingresos procedentes de impuestos finalistas.
Estados Unidos no oculta su preocupación por la situación de la segunda economía del mundo, aunque evita pronunciarse sobre su política. Tanto es así, que sus principales responsables económicos se reunirán entre ayer y hoy con los líderes de los tres partidos de la coalición de gobierno en Japón. El secretario del Tesoro, Paul O'Neill, los recibió ayer y hoy lo hará, entre otros, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan.
En contra de
la debilidad del yen
El responsable del Fondo Monetario no evitó la polémica suscitada en torno a la debilidad del yen. Horst Köhler señaló que las autoridades japonesas no deben apostar por una divisa débil como instrumento para relanzar la economía.
"Eso ayuda a reforzar el crecimiento, pero un yen débil no debería utilizarse como vehículo frente a futuras adversidades", dijo.
Como reconoció Köhler, las presiones deflacionistas en Japón "permanecen fuertes" y una moneda débil ayudaría, sin duda, a contrarrestar estas presiones. Además facilitaría un aumento de las exportaciones que redundaría en el crecimiento del país. Para Köhler, sin embargo, la actual cotización de la moneda nipona frente al dólar (120 yenes por billete verde) resulta aceptable.
A pesar de los rumores sobre un acuerdo entre Estados Unidos y Japón para dejar caer la divisa, las autoridades niponas han negado su intención de propiciar la debilidad de la divisa para impulsar el crecimiento y luchar contra la deflación.
El responsable del FMI apoyó la decisión del banco central de modificar la política monetaria para inyectar mayor liquidez en el mercado, lo que en la práctica se ha traducido por un tipo de interés cero, hasta que los precios retomen una senda de crecimiento positivo.