España amenaza con vetar la ampliación si no se le garantiza el flujo de ayudas
El ministro de Exteriores, Josep Piqué, y su homólogo alemán, Joschka Fischer, se batieron ayer verbalmente, con desastrosos resultados para el lado español. La UE comprende la inquietud de España ante el impacto de la ampliación al Este en el reparto de los fondos estructurales y de cohesión. Pero ningún Estado miembro percibe el vínculo que el Gobierno establece entre esa cuestión y las negociaciones con los países candidatos. Piqué, acorralado, optó por la salida más peligrosa, amenazar con bloquear la ampliación.
Fischer resumió el balance del encontronazo de ayer en el Consejo de Ministros de Exteriores de la UE celebrado en Bruselas. "No es cuestión de levantar la mano alrededor de la mesa. Pero si se hubiera hecho, el resultado hubiera sido 14 a 1".
Piqué, aislado, se refugiaba amenazante tras su último rehén: "Si dejamos temas fundamentales sin resolver (...), va a ser muy difícil firmar las actas de adhesión [de los países candidatos]".
Un órdago político difícil de mantener en un proceso de la trascendencia de la ampliación de la Unión Europea.
Ayer, de momento, España bloqueó junto a Portugal, el acuerdo sobre el sensible capítulo de la libre circulación de personas, donde Alemania y Austria, con el apoyo de la Comisión, exigen periodos transitorios para los futuros socios de Europa del Este y Central. Los Quince mantuvieron un debate, que también se cerró sin acuerdos, sobre imposición de moratorias a la libre circulación de trabajadores en la UE tras la ampliación. La Comisión Europea había propuesto imponer una moratoria de cinco años, ampliable hasta siete, y la presidencia sueca presentó una propuesta de compromiso que no logró el consenso de los Quince.
Ante el Consejo, Piqué defendió que la propuesta no responde a las estimaciones de movimientos migratorios -puso como ejemplo la entrada de España y Portugal en la UE, cuando se fijaron periodos transitorios que luego se recortaron- y apostó por que la norma no sea la moratoria, sino la aplicación del "acervo comunitario": libre circulación desde el principio, con posibilidad de establecer cláusulas de salvaguardia.
La delegación portuguesa deslindó el proceso de ampliación del futuro reparto de los fondos estructurales a partir de 2007. La pretensión española de equiparar su exigencia con la de Austria y Alemania no parece ganar adeptos. Piqué, como Alemania, propone plazos transitorios para los fondos estructurales y de cohesión.
De salida, para España; y de entrada, para los nuevos Estados miembros. De ese modo, la aportación de los contribuyentes netos (países que como Alemania u Holanda aportan a la UE más fondos de los que reciben) no necesitaría aumentar sensiblemente.
Pero la Comisión Europea y la mayoría de los Estados miembros consideran inadecuado vincular este debate presupuestario entre los actuales socios de la UE a una negociación con países terceros que aspiran al ingreso. "La cuestión se resolverá en 2005 o en la primavera de 2006", aludió Fischer a la próxima negociación del presupuesto comunitario.
Pero Piqué exige garantías de que España seguirá beneficiándose de la política regional tras el proceso de ampliación y quiere obtenerlas mucho antes de que se incorporen nuevos miembros (en 2004, como muy pronto).
Memorándum confuso
De nada ha servido, parece, el memorándum enviado hace unos días por el presidente José María Aznar a la presidencia del Consejo, que ostenta Suecia este semestre, y de la Comisión. En tres páginas se intenta explicar la "convergencia estadística" con la renta per cápita de la UE que se derivará para España de la incorporación de países con rentas muy por debajo de la media, provocando la pérdida de ayudas en algunas comunidades españolas.
Pero el texto sólo ha sembrado confusión entre los Estados miembros, que no entienden la oportunidad de plantear el debate en este momento, e inquietud entre los 13 países candidatos a la adhesión, que temen un retraso en la negociación. "He dedicado buena parte del almuerzo a intentar despejar los malentendidos que podían haber surgido del memorándum", reconocía ayer Piqué.
El ministro celebró incluso un encuentro con la prensa de Europa del Este para lanzar un mensaje de tranquilidad. Para España, repitió luego Piqué, "la ampliación no es una amenaza, sino una oportunidad". Siempre que los fondos estén garantizados.