El PNV anuncia una nueva etapa de diálogo político
Los primeros pasos del PNV en la nueva etapa abierta por su triunfo sin paliativos en las elecciones del domingo tuvieron ayer un carácter conciliador. El presidente del partido, Xabier Arzalluz, anunció la apertura de un periodo de distensión política que facilite el diálogo entre todas las formaciones para resolver el problema de la violencia, mientras que otros dirigentes subrayaron la intención del 'lehendakari' en funciones, Juan José Ibarretxe, de formar un Gobierno lo más plural posible. Ibarretxe iniciará con este objetivo una primera ronda de contactos con los principales líderes políticos. Los socialistas vascos se decantan, de momento, por continuar en la oposición.
La dirección del PNV comenzó ayer la digestión de su triunfo electoral con el anuncio, hecho por su presidente, Xabier Arzalluz, de un periodo de distensión política que facilite el diálogo entre las principales formaciones para combatir la violencia terrorista. Casi al mismo tiempo, la dirección del PSE hacía pública en Bilbao su decisión de permanecer en la oposición, después de una campaña electoral en la que Nicolás Redondo apenas dejó margen para ensayar un Gobierno de coalición con el PNV, una estrategia no compartida por amplios sectores del PSOE. IU ha condicionado su entrada en el Gobierno que forme Ibarretxe a la participación del PSE.
El lehendakari en funciones, con casi 600.000 votos, 140.000 más que en las últimas autonómicas y 168.000 más que en las generales de marzo de 2000, se dispone a abrir una ronda de consultas con las principales formaciones con la intención, expresada ayer por varios dirigentes de su partido, de formar un Gobierno lo más plural posible.
Entre los partidarios de esta fórmula que hablaron por boca de Ibarretxe se encuentran Juan María Atutxa e Iñaki Anasagasti, quienes apostaron por abrir el próximo Ejecutivo vasco a la mayor parte de las "sensibilidades" políticas que se han manifestado en estas elecciones, una vez descartado el diálogo con EH en las actuales circunstancias. De todos modos, Arzalluz no descartó gobernar en minoría con 33 escaños.
Ibarretxe intentará gestionar su éxito a sabiendas de que gran parte del voto recibido no secunda la vía emprendida en 1998 en Estella, al menos mientras ETA continúe en activo. La dirección del PNV comenzó ayer a analizar a fondo la procedencia de su bolsa electoral, de cuyo aumento Arzalluz responsabilizó en parte a José María Aznar. El presidente del Gobierno envió un telegrama de felicitación a Ibarretxe.
No es fácil que el nuevo Parlamento vasco se constituya antes de un mes, plazo razonable para que los socialistas, a pesar de su renuncia inicial a entrar en el próximo Gobierno vasco, analicen a fondo la estrategia más conveniente que, en buena lógica, estará condicionada por la dirección del giro que Ibarretxe imprima a su política.
Los nacionalistas disponen de mayor margen que en la anterior legislatura para cambiar de rumbo, ya que han absorbido en su práctica totalidad la pérdida electoral de EH, achacada ayer por su cabeza de lista, Arnaldo Otegi, a la ofensiva de ETA.
El polémico sondeo del CIS erró en sus pronósticos
La encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas sobre intención de voto en el País Vasco entregada por el Gobierno a los grupos parlamentarios fuera de plazo erró en todos los pronósticos referidos a la estimación de escaños. A la coalición PNV-EA que finalmente consiguió 33 parlamentarios, le concedió entre 28 y 31 escaños; a PP-UA, entre 21 y 23, cuando al final logró 19; al PSE, el CIS le pronosticó entre 14 y 16 escaños, cuando en las urnas obtuvo 13; a Euskal Herritarrok, con siete parlamentarios, el sondeo le daba entre ocho y nueve, y por último, a Izquierda Unida le concedía la encuesta uno o dos escaños, cuando finalmente logró tres.
A la hora de atribuir porcentaje de voto, el CIS tampoco estuvo muy atinado. A PNV-EA le dio el 38,7%, frente al 42,7% obtenido. En el resto de las formaciones políticas las diferencias oscilan entre uno y dos puntos.
Los sondeos previos a las elecciones realizados por empresas privadas tampoco anduvieron muy afinados. Ninguno de ellos predijo los 33 escaños alcanzados por la coalición PNV-EA y sólo uno, el de Vox Pública, dio como posible la pérdida por parte del PSE de un escaño. Donde más atinaron fue en pronosticar la debacle de Euskal Herritarrok, pues la mayoría le otorgó entre siete y nueve escaños.
La más alejada fue la encuesta del Instituto Opina, que llegó a situar a EH entre los 10 y los 12 parlamentarios, frente a los siete finalmente obtenidos por la coalición que encabezó Arnaldo Otegi.
Los sondeos realizados por las distintas empresas a pie de urna se acercaron bastante más a los resultados finales. Si bien ninguno de ellos llegó a dar a PNV-EA los 33 escaños que obtuvo, la mayoría atinaron en el número de escaños que finalmente consiguieron la coalición PP-UA, IU y el PSE-PSOE.
El ímpetu de Mayor Oreja desactivó las alarmas de los populares
Los cálculos electorales que elaboraron los expertos del PP y que algunos de sus dirigentes manejaron hasta el día de reflexión como si fuera su evangelio particular, saltaron hechos añicos. La primera premisa que barajaron daba por supuesto que de consolidar el voto obtenido en las últimas elecciones generales en Euskadi (320.892 papeletas) junto al PSE (264.581), ambas fuerzas tendrían asegurada la mayoría absoluta.
El pronóstico se ha demostrado incorrecto. El PP ha conseguido 3.026 votos más que en marzo de 2000 y aunque el PSE ha perdido 13.662 con respecto a aquella consulta, la diferencia que separa a ambas fuerzas de la mayoría absoluta es de seis escaños, lo que traducido a votos supera con amplitud los 50.000.
La segunda premisa manejada por los populares, admitida casi como dogma de fe por numerosos expertos electorales, vinculaba una participación en las urnas superior al 75% con la garantía de una mayoría holgada para una hipotética coalición PP-UA y PSE. Sin embargo, los hechos han demostrado que con una participación récord del 79,9% (la de las generales de 1982 fue del 79,3%), la principal beneficiada ha sido la coalición PNV-EA, que logra superar el techo también histórico alcanzado por el nacionalismo vasco democrático en unos comicios autonómicos.
En el PP se reconoce que el ímpetu que imprimió Jaime Mayor a la campaña electoral desactivó las alarmas que advertían del riesgo de un efecto contrario al perseguido, como se ha podido constatar con la enérgica movilización del voto nacionalista en contra del vuelco electoral.
El ministro portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, pidió ayer "coherencia" a Ibarretxe con relación al compromiso que contrajo durante la campaña de no pactar con EH. José María Aznar se reunirá hoy en Madrid con el Comité Ejecutivo Nacional del PP para analizar el fracaso de su alternativa para Euskadi.