Australia lucha por evitar la recesión
La economía australiana afronta un momento clave. El Gobierno apura la marcha, con el horizonte electoral de noviembre, para evitar que la desaceleración se convierta en una recesión en toda regla.
Consumidores y empresarios esperan con preocupación los datos de crecimiento del primer trimestre, después de que la economía cerrase 2000 en contracción: el PIB perdió en el último cuarto del año un 0,6% de su valor, la primera caída en 10 años.
Otros datos alertan sobre la mala coyuntura. Los precios crecieron el 1,1% en el primer trimestre, situando la inflación interanual en el 6%. La tasa de paro ha crecido ocho décimas en ocho meses, hasta llegar al 6,8% en abril. Además, la cotización del dólar australiano sigue en barrena: ha perdido ya un 20% desde principios de 2000. El dólar australiano bajó el pasado 2 de abril a niveles desconocidos: 0,478 dólares estadounidenses por unidad. Poco después, la moneda se recuperó hasta la cotización actual de 0,520 dólares.
Un mensaje de confianza
El gobernador de la Reserva, el banco central, Ian Macfarlane, ha optado por enviar un mensaje de calma: "Marzo fue un mes muy malo, pero abril ha ido mucho mejor. Los factores de riesgo se están disipando y por eso la Reserva ha optado por mantener los tipos al 5% para enviar un mensaje de confianza a consumidores e inversores".
El banco central ha actuado tres veces este año bajando los tipos desde el 6,25% al 5% actual, en una apuesta por la política expansiva como medicina contra la recesión. Pese a su actual resistencia, los inversores creen que la Reserva terminará por ceder en su reunión del 5 de junio. "La desconfianza de los consumidores y la falta de demanda interna llevará a la Reserva a reducir 0,25 puntos los tipos a corto", afirman los analistas de la entidad CBA. Bank West comparte esta visión e, incluso, apunta que el recorte podría llegar a ser del 4,5%. "El banco central ha tomado una decisión sensata", afirma John Edwards, economista jefe de HSBC.
Macfarlane defendió el viernes pasado ante el Parlamento una visión positiva de la economía y atribuyó a efectos transitorios algunos de los males de la economía, "que pronto irán disipándose": los países asiáticos, principales socios comerciales de Australia, se han visto debilitados por la menor demanda mundial de productos tecnológicos, base de su producción económica. Especial atención merece el estancamiento de Japón, destino del 19% de las exportaciones australianas.
El otro gran factor es el impacto de la tasa sobre bienes y servicios (GST en sus siglas en inglés), que grava con un 10% la mayor parte de estos productos. La tasa entró en vigor el 1 de julio y es el primer cambio impositivo para toda una generación de australianos. Macfarlane reconoció que "el impacto ha sido mayor de lo esperado", pero confió en su temporalidad.
Presupuesto público
Las miradas de los economistas están puestas ahora en el Presupuesto del Gobierno, que será anunciado el día 22.
El banco NBA elogia la austeridad presupuestaria, que tiene por objetivo acabar con la deuda pública, pero ante la actual coyuntura la entidad recomienda una política más expansiva. HSBC le augura problemas al ministro de Economía, Peter Costello. "En mayo pasado prometió que por estas fechas estaría celebrando un año de fuerte crecimiento y bajo paro. El momento ideal para iniciar una reforma fiscal. Ahora se enfrenta a lo contrario". Costello anunció ayer un recorte impositivo de 2.500 millones de dólares (472.000 millones de pesetas) para este año.
Este extenso país, de sólo 19 millones de habitantes, tiene fama de estar lejos del mundo, pero no tanto como para evitar la crisis internacional.