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Ericsson y Sony fusionan sus negocios de telefonía celular

El grupo japonés Sony y la multinacional sueca Ericsson dieron ayer el pistoletazo de salida para la fusión de sus negocios de telefonía móvil. Ambas empresas crearán una empresa conjunta al 50%, que comenzará a operar a principios del próximo mes de octubre.

La nueva sociedad se denominará Sony Ericsson Mobile Communications y tendrá su sede en Londres (Reino Unido). Contará en principio con 3.500 trabajadores, estará presidida por el japonés Katsumi Ihara y tendrá en la vicepresidencia al sueco Jan Wareby. La nueva sociedad arrojará beneficios en su primer ejercicio, según las empresas.

El año pasado Sony y Ericsson vendieron de forma conjunta un total de 50 millones de teléfonos móviles y alcanzaron unos ingresos de 7.200 millones de dólares. La compañía japonesa inyectará en la nueva sociedad entre 300 y 500 millones de dólares. Ericsson prefirió no desvelar el montante de su inversión, aunque sí precisó que de los 3.500 trabajadores aportará 2.500.

El acuerdo excluye actividades de fabricación, por lo que en principio el acuerdo que mantiene Ericsson con Flextronics en este sentido no se verá afectado. Está previsto que los teléfonos de la compañía conjunta se vendan bajo una nueva marca. El presidente de Ericsson, Kurt Hellstroem, indicó que ambas empresas "son socios perfectos" por el carácter complementario de sus negocios.

Sony, líder japonés en los productos de electrónica de consumo (vídeo, audio, juegos, comunicaciones y tecnologías de la información) obtuvo el año pasado 63.000 millones de dólares en la venta de sus productos, pero en el área de telefonía móvil sus resultados son deficitarios.

Por su parte, Ericsson, una multinacional con presencia en 140 países, atraviesa dificultades en ese sector, pese a ser el tercer productor mundial, por lo que confía que una alianza con el líder japonés genere buenos resultados.

De acuerdo con la opinión de los analistas, el acuerdo es parte del inevitable proceso de reestructuración que deberán llevar a cabo las empresas de telefonía móvil europeas a la vista de las malas perspectivas de futuro que se abren para ellas dado que las compañías telefónicas han cambiado de estrategia y ya no subvencionan la adquisición de terminales. Además los consumidores han optado por no renovar sus terminales actuales a la espera de que las compañía saquen al mercado definitivamente los aparatos de nueva generación con mejor acceso a Internet.

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