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CRâNICA DE MANHATTAN

<i> Bush se vuelve ecologista</i>

George Bush ha sufrido un auténtico arrebato ecologista en los últimos días, justo a tiempo para festejar, ayer domingo, el Día de la Tierra. Primero propuso normas para mejorar un 20% la eficiencia de los sistemas de calefacción y equipos de aire acondicionado de aquí a 2006 (la normativa de bis Clinton establecía una mejora del 30%) y dijo que respetará la protección de miles de acres de tierras húmedas implantada también por su antecesor en el cargo. El martes dijo que se mantendrá la normativa que obligará a miles de nuevas compañías a comunicar sus emisiones de plomo a la Agencia de Protección de Medio Ambiente (EPA). El miércoles se comprometió a establecer, en un plazo de nueve meses, un nuevo límite al nivel de arsénico en el agua potable (el republicano responde así a la ola de críticas recibidas cuando suspendió, poco después de asumir el cargo, los límites implantados por Clinton). Y el jueves anunció que pedirá al Senado que ratifique la Convención sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (CAPO) para reducir el uso de una docena componentes químicos de alta toxicidad (entre ellos el insecticida DGT y los PC).

El inquilino de la Casa Blanca intenta así quitarse la etiqueta de tejano tóxico que le han colgado los grupos ecologistas tras llevar poco más de tres meses en el cargo. Un apelativo que se ha ganado a pulso primero propuso que se abran a explotaciones petroleras las reservas naturales de Alaska y algunas zonas protegidas de las Montañas Rocosas; poco después decidió no regular las emisiones de dióxido de carbono de las plantas eléctricas. Además ha pedido que se suprima la ley que obliga a las mineras a costear la limpieza de sus vertidos contaminantes y que se limite la capacidad para incluir animales y vegetales en la lista de especies protegidas. Dentro y fuera del país, la decisión más emblemática sigue siendo la de declarar muerto el Tratado de Kioto porque lo considera inviable, sobre todo en un momento de desaceleración económica. Un planteamiento recibido con duras críticas por los Gobiernos y grupos ecologistas de todo el mundo.

El talante del nuevo presidente de EE UU en materia de medio ambiente es ya tan evidente, que pocos se han dejado cautivar por las decisiones de los últimos días. El jueves, mientras Bush anunciaba el apoyo a la CPOP escoltado por el secretario de Estado, Colin Powell, y la responsable de la Agencia de Protección de Medio Ambiente, Christine Todd Whitman, varios ecologistas se encerraron en señal de protesta dentro del edificio central de la agencia medioambiental. El viernes, la torre que alberga el depósito de agua en Crawford (Tejas), junto al rancho del presidente, apareció engalanada con una pancarta que rezaba: "Bush, el tejano tóxico".

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