La crisis de la telefonía móvil acaba con 36.400 empleos
El enfriamiento de las economías, el retraso del UMTS y la fuerte restricción de inversiones que están haciendo las operadoras por sus problemas financieros han puesto al sector de fabricantes de equipos de telecomunicaciones en una profunda revisión. La amenaza de entrar en pérdidas está provocando un aluvión de anuncios de recortes de empleo para intentar reducir costes y mantener la rentabilidad. Ayer fueron Ericsson y Nokia los que contribuyeron a que la cifra de puestos de trabajo rescindidos en el sector en los últimos meses ascienda a 36.400.
Ericsson y Nokia pusieron ayer su granito de arena a lo que se está convirtiendo en un continuo goteo de anuncios de recortes de empleo. A las advertencias de posibles pérdidas en el primer trimestre están siguiendo las reducciones de personal, que suman ya 36.400 empleos en los últimos meses. Todo ello debido al cambio de escenario, que ha reducido drásticamente las previsiones de venta de terminales y de equipos de red y que obliga a apretarse el cinturón en busca del ahorro de costes.
"El mercado ha cambiado, primero en Estados Unidos y después en Europa, y la demanda ha caído", fueron las palabras del consejero delegado de Ericsson, Kurt Hellstroem, para explicar la reducción de 3.300 puestos de trabajo, el 3% de la plantilla, con la intención de compensar las pérdidas producidas por la caída del consumo en su negocio de teléfonos. Los recortes se centrarán en cuatro fábricas de Suecia y el Reino Unido y se unen a los 700 anunciados previamente.
El objetivo es 370.000 millones de pesetas en costes anuales a partir de 2002, que se unirán a los 277.500 millones que esperan ahorrar con la externalización de la fabricación de teléfonos. Todo con la intención de que este negocio vuelva a la rentabilidad en el segundo semestre.
Ericsson complementará el recorte de empleo con otras medidas, como la eliminación de la consultoría externa, para cumplir las metas de rentabilidad. Un objetivo difícil, sobre todo después del anuncio realizado hace menos de 15 días de que, por primera vez en nueve años, tendrá pérdidas en el primer trimestre y que pueden alcanzar los 91.500 millones. Con este escenario y la caída en Bolsa que acumula este empresa, su cita hoy con los accionistas en la junta general se prevé tensa.
Pero Ericsson es sólo un ejemplo de una crisis que ha impactado incluso en Nokia, el líder mundial en la fabricación de terminales celulares. También esta compañía recortará empleos, hasta 400 en su división de infraestructura de red, según informó ayer. Su inmediato competidor, Motorola, supera con mucho esta cifra, ya que desde diciembre ha anunciado la supresión de 22.000 trabajos, mientras que Nortel prescindirá de 10.000 personas en su plantilla.
En total, los recortes anunciados por los grandes del sector suman 36.400 en pocos meses. Las empresas culpan de esta situación a la drástica caída de la demanda, provocada por el enfriamiento de las economías de Estados Unidos y de Europa, por la madurez a la que ha llegado el mercado de móviles, por el retraso de la tercera generación y por la fuerte contención de las inversiones por parte de unas operadoras asfixiadas por su deuda.
Según las previsiones de Nokia, este año se venderán de 450 a 500 millones de teléfonos móviles en el mundo, lo que implica un crecimiento del 10%, frente al 46% del ejercicio anterior. Estos cálculos contrastan de forma notable con los que hacían estas mismas empresas hace sólo unos meses, así que la necesidad de reajustar la dimensión de las compañías se impone.
Las telefónicas ultiman sus recursos contra la tasa
La ministra Anna Birulés confirma que esta semana se liquidará el impuesto por el uso del espectro
Las negociaciones entre las compañías que deberán pagar la tasa del móvil y la Administración se han intensificado en los últimos días, al tiempo que el plazo para presentar la liquidación de este impuesto se agota. La ministra de Ciencia y Tecnología, Anna Birulés, confirmó ayer que el canon es "una figura tributaria y lo habitual es que esté liquidada antes del 31 de marzo". Por tanto, el cobro de los 160.000 millones de pesetas previsto para este año se pasará esta semana a los operadores y no se retrasará hasta después del verano, como se estaba contemplando.
La inminencia de este momento está aumentando la presión que ya existe en las conversaciones. Representantes de las operadoras con licencia de telefonía local vía radio (las más afectadas por la tasa, junto con las de móviles) se reunieron ayer con la Administración para negociar una salida. "El Gobierno está intentando arreglar la situación, pero se encuentra en una situación muy difícil", explicaba ayer una fuente de las compañías presentes en la reunión. "Nos han dicho que no nos preocupemos, que buscarán una solución, pero todavía no han concretado ni cómo ni cuándo será, así que nos reservamos todas las vías legales de recurso", añadió.
Las operadoras de móviles también están preparando los recursos contra la liquidación de la tasa. Están esperando a que este hecho se produzca para poder demandar el cobro de un impuesto, de forma que con la presentación de un aval bancario de 800 millones en conjunto de todas las afectadas puedan retrasar hasta el momento del fallo el pago de los 160.000 millones.
Después de meses de negociaciones, esta salida parece haberse consensuado como la más favorable para ambas partes, ya que permite a la Administración salvar la cara y no tener que dar públicamente marcha atrás y minimiza el impacto de la tasa para las operadoras.