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INTERNACIONAL

Bush asegura que no forzará un proceso de paz en Oriente Próximo

El presidente de Estados Unidos, George Bush, aseguró ayer tras su entrevista con el primer ministro israelí, Ariel Sharon, que "no intentará forzar la paz" en Oriente Próximo. Bush hizo así evidente el cambio de política que seguirá en la zona frente a la impulsada por su antecesor, Bill Clinton, quien durante su mandato se implicó activamente en el proceso de paz.

Del primer encuentro que se produce entre Bush y Sharon desde que ambos líderes accedieron a sus respectivos cargos se deduce que las posibilidades de alcanzar un acuerdo de paz entre palestinos e israelíes se han reducido con los nuevos dirigentes.

Frente a los avances en las conversaciones que se produjeron entre el anterior primer ministro israelí, el laborista Ehud Barak, y la Autoridad Nacional Palestina, Sharon ha rechazado cualquier acercamiento mientras no cese la violencia palestina, posición que reiteró ayer.

El líder israelí aseguró que su Gobierno no se "rendirá ante el terror y la violencia", y añadió que "lo primero y lo más importante es llevar seguridad a los habitantes de Israel", opinión que dijo "estoy seguro de que EE UU comparte". Desde finales de septiembre, los enfrentamientos se han cobrado la vida de al menos 347 palestinos, 66 israelíes y 13 árabes de Israel.

Ayer, Bush intentó mantener la idea de que EE UU continuará su participación en el proceso diplomático en Oriente Próximo para "dar una oportunidad a la paz", aunque dejó claro que deben ser palestinos e israelíes los que decidan por sí mismos si pueden alcanzar un acuerdo y en qué condiciones. Bush no quiso avanzar si pensaba invitar a Washington al líder palestino, Yasir Arafat, a quien se refirió Sharon diciendo que todo el mundo sabía "quién está detrás del terror".

Entre tanto, los palestinos reiteraron ayer que las conversaciones de paz deben retomarse en el punto en que Barak las dejó. Antes de las elecciones del 6 de febrero que dieron la victoria a Sharon, Barak discutía con Arafat el levantamiento de gran parte de los asentamientos judíos en Gaza y Cisjordania, así como la doble soberanía de Jerusalén, progresos que el actual primer ministro no ha reconocido.

Las tensiones podrían aumentar después de que las autoridades israelíes dieran su aprobación a la nueva construcción de casi 3.000 nuevas viviendas en los asentamientos, donde en la actualidad viven 200.000 judíos.

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