Las petroleras quieren que se igualen los impuestos de gasolina y gasóleo
En la actualidad el 60% de las nuevas matriculaciones son vehículos Diesel. Las razones del éxito de este carburante son claras, más barato que la gasolina por su menor fiscalidad y óptimos rendimientos técnicos. Por ello, las petroleras y los propietarios de estaciones de servicio sugieren al Gobierno que aborde la equiparación fiscal de gasolina y gasóleo, lo que se traduciría en precios finales casi idénticos.
A pesar de lo impopular de la medida, las principales operadoras y los pequeños propietarios independientes de estaciones de servicio consideran que hoy el mercado no se parece en nada al que originó el vigente sistema de precios y, por ello, hay que reformarlo.
"Cuando se diseñó este sistema, para el gasóleo se determinó una menor carga impositiva porque entonces los vehículos que utilizaban este combustible eran todos pesados y lentos, relacionados con la actividad del transporte", explica el vicepresidente de la Asociación de Estaciones de Servicio de la Comunidad de Madrid (Aeescam), Alejandro Moratilla.
Hoy, gracias a la revolución tecnológica que han experimentado los motores Diesel, turismos que cuestan hasta 20 millones de pesetas, pagan menos impuestos en su carburante que un modesto utilitario de gasolina, haciendo ambos el mismo uso (transporte particular), según admiten fuentes de la Asociación Española de Operadores Petrolíferos (AOP).
Para acabar con una situación distorsionada y recuperar la filosofía con la que se gravó fiscalmente menos al gasóleo, las petroleras abogan por la necesidad de aplicar un gasóleo profesional.
La Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (CEES) va más allá en su propuesta. Reclama que frente a las 44 pesetas de impuesto especial con que se grava al gasóleo en la actualidad, esa cantidad pase a ser de unas 60 pesetas, tal y como ocurre en el caso de las gasolinas. Esta subida supondría que los precios finales de ambos carburantes fuesen casi idénticos, con unas diferencias de apenas dos o tres pesetas por un menor coste del refino del gasóleo, ya que el resto de componentes son iguales para los dos combustibles.
Tarjetas acreditativas
Con esta equiparación en la fiscalidad, se compensaría la pérdida recaudatoria que dice Hacienda estar registrando como consecuencia del descenso del consumo de gasolinas.
No obstante, tanto las grandes operadoras como los gasolineros independientes coinciden en apostar en este contexto por el gasóleo profesional.
Para quienes utilicen dicho combustible como herramienta de trabajo se seguiría manteniendo un gasóleo fiscalmente subvencionado.
Con el objetivo de evitar el fraude, los gasolineros proponen que el Gobierno establezca un sistema por el que todos los transportistas tuviesen que solicitar a Hacienda el derecho a emplear ese carburante más barato. La Administración, estudiadas las solicitudes, suministraría tarjetas acreditativas.
"Con esta medida, las empresas de transporte verían reducidos sus costes y, además, se podría dar solución a uno de los problemas del sector, como es el mercado negro que existe en esta actividad, al haber numerosas empresas que no tienen declarados todos sus vehículos", comenta Moratilla.
A modo de compensación, por lo impopular de un incremento de esta magnitud en el gasóleo, los propietarios de gasolineras vuelven a reclamar la supresión del impuesto de matriculación, que supone el 13% del coste final de un vehículo.
Frente a una tajante negativa del Gobierno a abordar este debate a principios de 2000, en plena escalada alcista del petróleo, si los precios se estabilizaran a corto o medio plazo, la negociación cobraría fuerza. Además, el sector y Economía no pierden de vista la armonización fiscal en hidrocarburos que persigue Bruselas.
España es importadora neta de gasóleo y exportadora de gasolina
Una de las consecuencias que ha provocado la masiva dieselización del parque automovilístico español, la más intensa de todos los países de la Unión Europea, es el cambio en la capacidad productiva del mercado.
Debido al fuerte aumento de la demanda de gasóleo, las refinerías españolas llevan más de tres años aumentando las importaciones de dicho carburante y exportando gasolinas, cuyo consumo, en especial de la popular súper, ha sufrido en los últimos ejercicios una drástica caída.
La demanda de gasolinas finalizó el ejercicio de 2000 con una bajada del 4,4% (la súper retrocede más de un 24%), frente a un aumento del consumo de gasóleo del 3,9%, donde destaca el comportamiento del gasóleo de automoción, que continúa avanzando a tasas del 7%.
Aumentan las compras
Las importaciones de productos petrolíferos se elevaron el pasado año a un total de 19,68 millones de toneladas, lo que representa un incremento del 12,5%, de la cifra global, 7,2 millones de toneladas correspondieron a compras de gasóleo (un 7,6% superiores).
Por lo que se refiere a las exportaciones, en 2000 sumaron 7,37 millones de toneladas, un 6,5% más que en 1999, de las que 2,3 millones de toneladas correspondieron a gasolinas.
Para equilibrar esta situación, las petroleras insisten en equiparar la fiscalidad de gasóleo y gasolinas por usos. Ponen como ejemplo al Reino Unido, donde la carga impositiva es la misma por usos o algunos países escandinavos, donde como resultado de esa igualdad, el gasóleo es más caro que la gasolina.