Zaplana resuelve la crisis con el cese de nueve directores generales
Eduardo Zaplana respondió ayer a las crecientes críticas a diversos departamentos de su Gobierno con una crisis en el segundo escalón de la Administración autonómica que supuso el relevo de nueve directores generales y dos delegados territoriales del Gobierno valenciano.
Los cambios más importantes afectan a las Consejerías de Cultura y Educación y de Sanidad, con tres y cuatro ceses, respectivamen-te. La destitución más significativa es la del director general de Salud Pública, Francisco Bueno, que parece haber pagado la sucesión de errores en los que ha incurrido la Consejería de Sanidad en los últimos meses.
El consejero de Sanidad, Serafín Castellano, que permanece en su puesto, fue centro de las críticas de la oposición a finales de 2000 por su actuación en la epidemia de legionella detectada en Alcoy (Alicante), que fue objeto de una investigación por las Cortes valencianas, saldada a su favor gracias a la mayoría absoluta del PP.
Su destitución fue de nuevo reclamada recientemente, cuando Castellano defendió en público una polémica Guía de salud para inmigrantes, elaborada por su departamento. Tres días después, Eduardo Zaplana ordenó retirarla ante el escándalo que se organizó cuando una asociación de inmigrantes denunció su contenido.
Los otros ceses en Sanidad corresponden al del director general de Prestación Farmacéutica, Manuel Escolano, que pasa a serlo de Salud Pública, y el del director general para los Recursos Humanos y Económicos, Alejandro Bañeres, que ocupará un cargo similar en la Consejería de Cultura y Educación.
En esta consejería, acuciada también por problemas tanto en educación como en cultura, el Gobierno valenciano ha creado una nueva subsecretaría, al desdoblar la Dirección General de Promoción Cultural y Patrimonio Artístico, y ha relevado a los directores generales de Régimen Económico, de Personal y de Centros Docentes.