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Siete de cada diez parados carecen de estudios

El paro registró 57.368 personas menos en 2000, frente a las 172.000 de 1999. Este frenazo obedece a que los colectivos de desempleados que quedan son los más difíciles de colocar.

El pasado año terminó con 1,5 millones de parados inscritos en las listas del Instituto Nacional de Empleo (Inem), después de que 57.368 personas abandonaran estas listas en 2000, frente a las 172.000 que lo hicieron en 1999. Este frenazo experimentado en la creación de empleo no obedece tan sólo, como pudiera parecer, a un cierto agotamiento del ciclo económico, ya que la creación de alrededor de medio millón de puestos de trabajo el pasado ejercicio desbarata esa teoría.

Por tanto, la explicación que ya barajan los expertos y el propio Gobierno es que la dificultad de "adelgazar" las listas del paro radica en que los colectivos inscritos están formados por personas que, por distintos motivos, son las más difíciles de colocar en el actual mercado laboral español, lo que se conoce como "núcleo duro" del desempleo.

A grandes rásgos podría afirmarse que las personas sin estudios y sin cualificación profesional, las mujeres entre 20 y 45 años y el grupo de entre 50 y 60 o más años constituyen el citado "núcleo duro".

Analizando cada uno de estos colectivos se observa que el 70% de los desempleados inscritos en el Inem a 31 de diciembre pasado no tenía prácticamente estudios ni formación profesional cualificada, y sólo el 30% restante había cursado BUP, formación profesional o tenía algún título universitario de grado medio o superior.

Dentro de esta mayoría poco o nada cualificada, el 44% son hombres, y el 56%, mujeres, de lo que se deduce que la falta de estudios, y no el sexo, es el elemento de peso para que estas personas no encuentren un trabajo adecuado a su preparación.

No ocurre lo mismo dentro del grupo de los más cualificados, ya que, dentro de éste, casi ocho de cada diez desempleados son mujeres.

Esto pone de manifiesto la dificultad añadida con la que cuentan las mujeres a la hora de encontrar un trabajo frente a un hombre con su misma preparación. Esta situación se da en mayor medida en el grupo de mujeres desempleadas con un título de grado medio o diploma, que triplica al de los hombres con estos mismos estudios, mientras que en el caso de los universitarios, las paradas ascienden a 65.040, frente a 26.228 varones.

Formación poco valorada

Sin embargo, a la hora de solicitar un puesto determinado, es paradójico lo poco que los propios demandantes valoran su formación, ya que, pese a existir un total de 92.268 hombres y mujeres con un título universitario de grado superior, sólo 13.774 del total del 1,5 millones de parados optan por un puesto de directivo de empresa o de la Administración.

Además, del total de solicitantes de este tipo de empleos altamente cualificados, 11.415 son hombres, y sólo 2.359 mujeres piden esos puestos, pese a que las universitarias triplican a sus compañeros.

Otra de las conclusiones que puede extraerse analizando cómo repercute el tipo de formación en los niveles de desempleo, es que en la actualidad en las listas del Inem hay más personas que cursaron estudios de BUP que aquellas que estudiaron formación profesional.

El colectivo de mujeres de entre 20 y 45 años concentra el 44% del total de los desempleados inscritos en las listas del Inem. Esto dibuja a las mujeres en general como otro de los colectivos que tienen más dificultades por encontrar trabajo, incluso cuando tienen mayor formación académica.

Hay un tercer colectivo que completa la formación del "núcleo duro" del desempleo en España y que cada año que pasa es mayor. Se trata del grupo de personas de más edad, entre los 55 y 60 o más años, que suponen ya el 20% del total de los parados registrados.

Este dato es un claro reflejo de las consecuencias del efecto perverso de los procesos de prejubilaciones, cada vez más corrientes y a los que las empresas recurren en la mayoría de los casos como mecanismo para sanear sus cuentas de resultados.

Generalmente los trabajadores mayores de 50 años que son prejubilados por sus empresas pasan de forma automática a engrosar las listas del paro y reciben la prestación durante los dos años, como máximo, que permite la ley.

Si se cumple este periodo sin que hayan logrado reinsertarse en el mercado laboral, que es lo que suele ocurrir en la mayoría de los casos-, estos trabajadores siguen en las listas del Inem cobrando el subsidio por desempleo hasta que cumplen 60, y los que tienen derecho se acogen a la jubilación anticipada.

En la gran mayoría de este grupo de parados concurren dos de los principales obstáculos que puede tener una persona para encontrar trabajo: no tener estudios y ser mayor de 50 años.

Directivos con experiencia

Analizando las ocupaciones que solicitan estos demandantes de empleo en sus últimas etapas de la vida laboral se observa que en él se concentran el 53% de aquellos que reclamaron un puesto directivo. Otro claro ejemplo de prejubilados de grandes empresas que ejercieron este tipo de cargos y han sido expulsados del mercado laboral.

Aun así, la falta de preparación sigue pesando más que cualquier otro inconveniente a la hora de encontrar empleo, ya que también dentro de los de mayor edad, los no cualificados suponen el 87,9% del total.

De todo esto se deduce que en los próximos años la clave de la reducción del desempleo radicará en una combinación de mayores políticas de fomento del empleo para estos colectivos y un incremento de las inversiones en formación ocupacional.

A esta radiografía del desempleo hay que añadir que son los jóvenes de entre 25 y 29 años el colectivo que acude en mayor medida al Inem, representando el 16% del total de inscritos. En los últimos años se aprecia también un incremento del colectivo de inmigrantes en el registro.

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