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Mitasa reducirá la plantilla un 30%, afectada por la competencia asiática

Mitasa ha decidido reducir 80 empleos en sus dos factorías, un 30% de la plantilla global. De esta forma, la compañía textil quiere reorganizar la producción mientras ultima un plan de viabilidad definitivo.

Manufacturas e Industrias Textiles Asociadas (Mitasa) ha pactado una reducción de empleo de 80 personas sobre una plantilla actual de 270 empleados. A cambio, la dirección de la empresa algodonera ha preparado un plan de viabilidad que pretende acabar con las rémoras financieras de la suspensión de pagos levantada en 1997.

Además, Mitasa quiere aumentar la competitividad de sus dos centros de producción, en Castellar de N'Hug (Barcelona) y Alfarràs (Lleida). Fuentes cercanas a la compañía afirman que ambas fábricas seguirán abiertas a medio plazo, aunque deberán aumentar su especialización por líneas de productos y centrarse en las gamas con mayor valor añadido. Mitasa, que llegó a contar con 16 fábricas en Cataluña y una plantilla de 1.300 trabajadores, ha recibido en los últimos 10 años el impacto de las sucesivas oleadas de importaciones de hilados y prendas de países del Lejano Oriente.

La compañía ha capeado la crisis -similar a la que ha sufrido la también textil Puigneró- con varias reducciones de plantilla. El grupo de la familia Soldevila suspendió pagos en enero de 1996, con un pasivo, histórico en ese momento, de 12.800 millones de pesetas (4.000 millones eran deudas cruzadas entre empresas del grupo). Formaban la empresa 530 empleados y las ventas rondaban 12.000 millones de pesetas. Actualmente factura 3.500 millones.

El hijo del fundador de Mitasa, Andreu Soldevila, lideró el reflotamiento de la empresa, que consiguió levantar en un año la suspensión. Por el camino, incorporó a Josep Comella como director general. Mitasa alcanzó un acuerdo con el Instituto Catalán de Finanzas (ICF), por el cual consiguió un crédito de 1.350 millones. En junio de 1997 siguieron los ajustes, con un expediente de regulación de 48 empleos de una de las dos factorías que entonces mantenía en Torelló (Barcelona). Durante los tres últimos años, la empresa se ha beneficiado de la recuperación de la demanda interior, pero en los 12 últimos meses las importaciones han vuelto a crecer.

 

Una crisis que afecta a las empresas más grandes

En la Asociación Textil del Proceso Algodonero (Aitpa) aseguran que tanto las sucesivas reducciones de empleo de Mitasa y la suspensión de pagos presentada hace semanas por Hilados y Tejidos Puigneró son casos aislados.

La industria algodonera es, junto a los productores de fibras, la que recibe el mayor impacto de las importaciones asiáticas. Especialmente las compañías grandes que no han reordenado su tamaño.

El resto de las pymes ha sabido acoplarse a las exigencias del mercado. La receta suele ser siempre la misma: la adecuación de la producción a la demanda, la especialización en gamas rentables, con mucho diseño y calidad, y la implantación de plantillas pequeñas, externalizando en la medida de lo posible los procesos de fabricación con menor valor añadido. En este sentido, el propio Consejo Intertextil ha introducido el debate sobre la necesidad de trasladar a países del norte de África estas producciones. La patronal ha pedido incluso la creación de un tratado de libre comercio en la zona del Mediterráneo, similar al que han implantado Estados Unidos y México.

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