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INTERNACIONAL

El yen refleja el temor a una recesión y entra en 2001 en mínimos

El año 2000 resultó pésimo para la divisa japonesa. El yen reflejó los temores de que Japón sufra una recesión y registró la primera caída anual en tres años. Frente al dólar el descenso fue del 10%, y con respecto al euro, del 3%. Los datos sobre el empleo y el consumo familiar, conocidos la semana pasada, no hicieron más que agravar su hundimiento.

El yen aceleró la semana pasada su caída para llegar a 2001 en peores condiciones de las ya acumuladas a lo largo de todo el año. La moneda ha sido fiel reflejo del temor a una recesión en la segunda mayor economía del mundo, Japón. La divisa nipona llegó al final de 2000 con un retroceso anual del 10% frente al dólar estadounidense y del 3% con respecto al euro, apuntándose el primer declive en tres años.

Los indicadores de la economía japonesa publicados la última semana de diciembre, y que dejan poco lugar para la esperanza de una recuperación, provocaron que un día tras otro el yen marcara mínimos. Si el martes fue el mal dato sobre el desempleo y el consumo de las familias, el miércoles le tocó el turno a la producción industrial. El hecho es que la moneda japonesa ha caído a niveles mínimos no conocidos desde hace 16 meses.

El yen cerró el viernes con un cambio de 114,79 unidades por dólar, el más bajo desde agosto de 1999. El día anterior, jornada en la que también alcanzó mínimos, el cierre había sido a 114,64 yenes por dólar.

Frente a la moneda europea, el comportamiento de la divisa nipona no fue mejor. El yen se cambió a 107,07 unidades por euro, situándose en el nivel más bajo registrado en 10 meses.

Indicadores negativos

Un cambio de tendencia en la evolución del yen debería ir precedido de unas previsiones optimistas sobre la economía de Japón. Algo difícil de lograr con los datos publicados. Según María Gil, analista de Beta Capital, "el yen ha caído por los signos de debilidad de los indicadores económicos". La producción industrial bajó en noviembre un 0,8% frente a la del mes anterior, según anunció la semana pasada el Ministerio de Comercio e Industria japonés.

El retroceso fue mayor que las previsiones más pesimistas de los analistas, debido al descenso en la manufactura de ordenadores personales, juguetes electrónicos y teléfonos móviles. El mercado esperaba, por el contrario, un alza del 0,3%, después de que en octubre la producción industrial aumentara un 1,5%.

Tal cual está el panorama, los analistas coinciden en que el yen no se frenará en los niveles actuales, sino que le queda aún senda descendente que recorrer. "Podría caer en los próximos meses hasta cambiarse a 120 unidades por dólar", afirma Gil. Algunos expertos aumentan más este retroceso. "El yen podría bajar el próximo año hasta cambiarse a 130 unidades por dólar", declaró Takasi Toyahara, director del área de cambio del banco Nomura Trust, con sede en Tokio, a Bloomberg. "La economía de Japón está todavía muy frágil", añadió.

Otros datos negativos sobre la coyuntura del país asiático publicados la semana pasada y que impulsaron la caída de la divisa fueron los del desempleo y el gasto familiar. El paro aumentó en noviembre hasta un 4,8%, una décima más que el mes anterior, y el consumo familiar retrocedió un 2,3%.

Además, según algunos analistas, la moneda japonesa se resintió de la decisión del Banco Central de subir los tipos de interés en agosto, por primera vez en una década, lo que ha sido calificado de prematuro.

La Bolsa, por su parte, también cerró el año con fuertes pérdidas, también impulsadas por las caídas en la Bolsa estadounidense. El principal índice japonés, el Nikkei, compuesto por 225 acciones, cayó en 2000 un 27,19%. Para encontrar una evolución anual peor hay que remitirse hasta 1990, cuando cedió un 38,72%.

Algunos rumores apuntaban a que los operadores harían un esfuerzo concertado a finales de año para tratar de impulsar el índice hasta superar los 14.000 puntos, pero esas predicciones no se cumplieron. El último día del año operativo para el mercado, el pasado viernes, el Nikkei volvió a ceder terreno. Con una caída del 1,16%, cerró en 13.785,69 puntos.

Los inversores se mantuvieron cautelosos sobre las perspectivas del mercado. Aunque las acciones estadounidenses reboten, queda aún el temor de las ventas de acciones cruzadas de las corporaciones que se suelen producir antes del cierre del año fiscal, en marzo.

 

La evolución de la economía dependerá de las reformas del Gobierno de Mori

Agencias, Tokio

La incertidumbre planea sobre la evolución que la economía japonesa tendrá este año. Mientras los más optimistas creen que se recuperará y vaticinan una aceleración en el crecimiento, los más pesimistas auguran una recesión al estilo de la sufrida en 1997, cuando el país registró un crecimiento negativo durante cinco meses consecutivos.

En cualquier caso, la marcha de la economía dependerá en gran medida de las maniobras políticas del Gobierno de Yoshiro Mori para reducir la deuda, que asciende al 130% del producto interior bruto (PIB). La solución, según algunos expertos, pasaría por la desreglamentación de los sectores que aún están más protegidos, como el inmobiliario y las telecomunicaciones. Además, pesa sobre el Gobierno la impopularidad de Mori, quien a duras penas sobrevivió una moción de censura en noviembre.

"Asistiremos a un nuevo año de crecimiento impulsado por las inversiones de las empresas y el consumo, incluso con desaceleración en la actividad", indica Richard Jerram, economista de ING Barings, quien ni espera "una recesión ni tampoco un boom económico".

Los indicadores más fiables, como los beneficios de las empresas, la producción industrial y la demanda de bienes de equipo conocerán "una lenta pero respetable" progresión, añade.

Para ello tendrían que cambiar la evolución que han seguido hasta ahora. Los últimos indicadores no son muy esperanzadores. En noviembre, el consumo familiar cayó un 2,3%, un dato muy negativo si se tiene en cuenta que el consumo aporta el 60% al PIB.

Por el contrario, los analistas más pesimistas prevén que la caída de las exportaciones, que hasta ahora habían sido uno de los motores de la recuperación, disuará a los inversores para que no inyecten capital en las empresas.

De momento, el Gobierno ha previsto que el año que viene la economía registre un crecimiento del 1,7%, frente al 1,2% con que cerrará este ejercicio.

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