¿Verano caliente en los mercados?
Los veranos, ya se sabe, son época propicia para las tormentas. Pasó en el lejano 1998 con el fondo LTCM, quebrado en pleno agosto. La crisis que aún sufrimos sobrellevamos arrancó un verano de 2007, y en el agosto de 2008 se preparó el terreno para la brutal quiebra de Lehman Brothers. ¿Y 2011?
Mientras Estados Unidos bailando en el alambre de la suspensión de pagos, su rating de triple A parece más amenazado que nunca, en Europa el mecanismo de rescate aprobado en el Eurogrupo se topa con las vacaciones de agosto, tardará unos meses en estar activo. En este contexto, y quizá conscientes de este margen de maniobra, los mercados han optado por insistir en sus ataques al flanco Sur de Europa, con dos grandes objetivos en el disparadero y una nueva víctima a punto de caer: Chipre.
Los bonos a 10 años de la isla (o, mejor dicho, de la mitad griega de la isla) están por encima del 10%, y Moody’s dejó el rating a dos pasos del bono basura. La banca chipriota, por otra parte, tiene un balance siete veces equivalente al PIB y está altamente expuesta a Grecia.
El rescate de Chipre por parte del fondo europeo (el EFSF) tendría pocos efectos financieros (su deuda pública bruta es de 10.000 millones de euros según Eurostat), pero el impacto sobre los mercados no es difícil de predecir. Sobre todo si se tiene en cuenta que los mecanismos de recompra de deuda y de préstamos bilaterales previstos en el acuerdo del Eurogrupo. Es más, es dudoso que a estas alturas el BCE vaya a intervenir masivamente (porque para parar los pies al mercado si ataca a España hay que intervenir a gran escala).
Con el bono español en el 6%, el margen de deterioro no es muy elevado. El repunte de los tipos de interés a corto plazo tampoco permite el Tesoro para aliviar la presión financiándose a corto plazo. Tanto España como Italia deben aguantar el tirón y rezar por que el Parlamento eslovaco, o el finlandés, no decidan condicionar el apoyo a la reforma del EFSF. Y no es ni mucho menos descartable que, entretanto, Wolfgang Schäuble vuelva a hacer de las suyas, como ayer. Tampoco ayuda, claro está, el debate sobre el posible déficit autonómico oculto.
El verano se antoja, pues como una épica prueba de resistencia para Italia y España. Con el flujo de noticias en contra y toda la presión del mercado deben esperar que el espaldarazo de la UE se haga efectivo. Es un batallón rodeado por el enemigo que debe esperar refuerzos, situación en la que el enemigo no suele dar tregua; antes al contrario, redobla su ataque porque, por una vez, el factor tiempo juega en su contra.