Frankenstein ya está en Netflix, ¿merece la pena ver esta adaptación de la novela?
Esta nueva versión de Guillermo del Toro encaja con lo que el director mexicano visualiza en su universo de creación, tanto para lo bueno como para lo malo. Pero, el espectáculo visual del largometraje hace que se disfrute al máximo.


La nueva adaptación de Frankenstein en Netflix, dirigida por Guillermo del Toro, se ha convertido ya en una de las propuestas cinematográficas imprescindibles del año, pero hay algo que se debe tener muy claro: esta es una visión muy personal del realizador mexicano. Esta película reinterpreta la mítica obra de Mary Shelley con un enfoque renovado y, por este motivo, se imprime al relato una profundidad emocional y factura visual que la distingue de las versiones anteriores.
Motivos para no perderte Frankenstein
Ver esta versión de Frankenstein es sumergirse en una de las historias más influyentes del romanticismo gótico, recuperada bajo una mirada contemporánea y que claramente tiene el sello de Guillermo del Toro. Aquí, la monstruosidad y la humanidad se difuminan, gracias a un guion y una puesta en escena que apuestan por la emoción y los personajes complejos.
El creador ha manifestado durante años su deseo de crear su propia adaptación de Frankenstein, calificándolo como su sueño de toda la vida. Este proyecto, que lleva décadas gestándose en su mente, se materializa ahora en una película que, pese a reinventar aspectos clave del relato, respeta el espíritu original y potencia su relevancia actual.

Desde su estreno en Netflix -el 7 de noviembre de 2025-, la producción ha generado un enorme interés tanto por parte de la crítica como del público. Esta expectación no ha sido en vano, pues la propuesta de del Toro logra situarse entre lo mejor del catálogo de la plataforma, consolidando además la tendencia de la plataforma a apostar por el cine de autor de gran factura.
Una historia atemporal… repleta de matices
La nueva Frankenstein mantiene el núcleo narrativo de la novela de Mary Shelley: el joven científico Víctor Frankenstein, obsesionado con vencer a la muerte, termina creando una criatura atormentada que ansía comprensión y amor, pero es rechazada por su creador y la sociedad. Sin embargo, del Toro introduce múltiples capas que enriquecen el conflicto central e intensifican la carga emocional.
La película apuesta por dividirse en tres secciones: un Preludio de tono invernal, al que le siguen dos capítulos principales, titulados El cuento de Víctor y El cuento de la criatura. Esta estructura narrativa, inspirada en el formato de la novela, enfatiza la dualidad de perspectivas y ofrece un recorrido más completo por la psicología tanto del creador como de su obra.
Victor Frankenstein es interpretado por Oscar Isaac, quien brinda al personaje una mezcla de brillantez científica y arrogancia desmedida. Frente a él, Jacob Elordi encarna a la criatura con una intensidad que destaca por su humanidad y melancolía, reflejando más rasgos del “monstruo” literario (autodidactismo, sensibilidad) que del prototipo cinematográfico popularizado mediante el personaje de Boris Karloff en 1931.

La mirada de del Toro humaniza aún más al personaje creado por Frankenstein, mostrando su evolución interior desde el desconcierto y la rabia primitiva hasta una gama mucho más amplia de emociones -como la gratitud, la empatía o el remordimiento-. Esta aproximación lo convierte en una criatura vulnerable y compleja, que se rebela ante el abandono y la injusticia, y con la que el espectador puede identificarse de manera inesperada.
Un reparto de lujo y personajes inolvidables
La película despliega un elenco de primer nivel que aporta solidez y matices a cada personaje. Además, antes mencionados, la cinta cuenta con Mia Goth, quien interpreta a Elizabeth desde una perspectiva novedosa dentro del universo Frankenstein -como prometida del hermano de Víctor, lo que refuerza la visión trágica y añade tensión al triángulo emocional-. El resto de los participantes son los siguientes:
- Felix Kammerer: William Frankenstein, hermano de Víctor.
- Lars Mikkelsen: Capitán Anderson, figura de autoridad y testigo de la tragedia.
- Charles Dance: Barón Leopold Frankenstein, padre de Víctor y fuente de sus traumas.
- Christoph Waltz: Harlander, misterioso patrocinador que acentúa el conflicto entre la ciencia y el poder económico.
- Christian Convery: Víctor en su infancia.
- David Bradley: el anciano ciego, clave en la transformación del monstruo.
- Ralph Ineson: Profesor Krempe, mentor del protagonista.
- Burn Gorman: Fritz, asistente leal y testigo de los experimentos.
La presencia de figuras como Waltz y Dance aporta solidez y un trasfondo tangible a los personajes, potenciando las relaciones familiares frías y casi sádicas que terminan por explicar los comportamientos de Víctor Frankenstein.

Escenografía, atmósfera y el sello de Guillermo del Toro
Uno de los principales atractivos de esta versión de Frankenstein que está en Netflix es su diseño de producción. La película sobresale por una estética que combina escenarios de dimensiones colosales y detalles góticos. Las estancias parecen devoradas por sombras, los paisajes absorben a los pocos personajes y el laboratorio de Víctor -una torre solitaria en lo alto de un acantilado- se convierte en el escenario perfecto para dar vida (y muerte) al mito.
La ambientación potencia el tono trágico, situando la acción en una Europa oriental del siglo XIX cuya atmósfera decadente y sombría remite a los grandes clásicos del cine expresionista y del horror sofisticado. El resultado es una obra visualmente fascinante, donde el desamparo y la belleza conviven de forma casi inquietante.

Aportaciones muy personales
Del Toro introduce modificaciones relevantes respecto a la trama original. Por ejemplo, Elizabeth pasa de ser la prometida de Víctor a la de su hermano, lo que profundiza el carácter egoísta y manipulador del protagonista. También destaca la introducción de un mecenas capitalista, Harlander, que personifica la colisión entre ciencia y mercado. Estos cambios, aunque discutibles, enriquecen las posibilidades dramáticas y dotan de contemporaneidad al mito.
Destaca igualmente la reducción de las acciones más reprobables del monstruo literario, potenciando su condición de víctima y consagrando a la criatura como emblema de inocencia maltratada y búsqueda de aceptación.
Lo cierto es que esta adaptación de Frankenstein se convierte en un gran evento para amantes del cine, la literatura clásica y la fantasía visual. La singularidad de la visión de Guillermo del Toro, junto con un reparto de altos vuelos y una puesta en escena de gran calidad, hacen de esta versión algo que uno no debe perderse. Una propuesta imprescindible que revaloriza el mito y lo aproxima al espectador del siglo XXI.

