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Samsung quiere fabricar procesadores dedicados para mejorar aún más el rendimiento en sus teléfonos

Su familia Exynos dará un salto de calidad

Procesador Exynos 2600 que será parte del Samsung Galaxy S26

Los teléfonos de Samsung funcionan como la seda, pero el fabricante busca alcanzar la excelencia. Y para ello, podría apostar por una nueva estrategia: los procesadores dedicados

Para ello, Samsung quiere seguir los pasos de Apple. No lo dice oficialmente, pero la intención es evidente tras la información publicada por PhoneArena: la compañía ha creado un Custom SoC Development Team, un grupo interno dedicado exclusivamente a diseñar procesadores propios y optimizados para los Galaxy desde cero.

Es un movimiento estratégico que busca replicar el éxito de los procesadores A-Series y M-Series de Apple, cuya integración absoluta entre hardware y software ha convertido a los iPhone y los Mac en referentes de rendimiento y eficiencia.

Samsung ya fabrica sus propios procesadores, pero busca mejorar el proceso

El fabricante lleva años fabricando sus propios procesadores. Pero los Exynos han vivido a la sombra de Qualcomm por problemas reiterados de sobrecalentamiento, eficiencia deficiente y, sobre todo, rendimientos de fabricación muy bajos y con una tasa de errores que hace poco rentable el proceso.

Ese fue el motivo por el que la marca tuvo que abandonar su idea original de usar el procesador Exynos 2500 en los Galaxy S25: no había chips suficientes y Samsung acabó pagando, según PhoneArena, unos 400 millones de dólares adicionales para comprar los Snapdragon 8 Elite y cumplir plazos.

Sin embargo, la situación comienza a cambiar. El Exynos 2600, fabricado ya en un proceso de 2 nm con transistores GAA, ha mostrado resultados sobresalientes en Geekbench, lo que indica que Samsung está empezando a recuperar el pulso.

Ese proceso de 2 nm, aunque aún por detrás del de TSMC en densidad, supone un salto crucial que permite integrar más transistores, consumir menos energía y ofrecer más potencia. Es justo el tipo de base que Samsung necesita para dar forma a un chip verdaderamente a la altura de sus ambiciones.

La ventaja de Samsung es evidente: posee su propia fábrica. A diferencia de Apple, que depende por completo de TSMC, la firma surcoreana podría controlar de principio a fin el diseño y la fabricación de sus SoC.

Eso implica optimización más profunda, reducción de costes por componente y, sobre todo, la capacidad de impulsar tareas de IA directamente en el dispositivo sin pasar por la nube, algo que se convierte en prioridad para cualquier fabricante en la era de la inteligencia artificial generativa.

Si Samsung sale airosa, las consecuencias serán enormes. No solo podría competir de tú a tú con Apple en rendimiento real, una batalla que los iPhone ganan año tras año gracias a su procesador personalizado, sino que también abriría la puerta a procesadores propios para wearables, portátiles y otros dispositivos Galaxy.

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