¿Linux en un ordenador de 30 años? Es posible, y funciona mejor de lo esperado
Esta curiosidad sigue demostrando que el sistema operativo del que hablamos ofrece una flexibilidad excelente y que, en el consumo de recursos, actualmente es casi imbatible.
¿Es posible que un sistema operativo moderno funcione en un ordenador que salió al mercado hace tres décadas? La respuesta es sí, y el protagonista de esta hazaña es Tiny Core Linux, una distribución del desarrollo del que hablamos que al ser minimalista ha demostrado que la eficiencia sigue siendo una de las grandes virtudes de Linux.
El experimento, realizado por el creador de contenido Action Retro, consistió en instalar la versión 16.2 de Tiny Core Linux en un equipo con procesador Intel Pentium 75, lanzado en 1994. Ahí es nada.
Este procesador, que en su día era sinónimo de innovación, trabaja a 133 MHz. Para ponerlo en perspectiva, hoy hablamos de gigahercios y múltiples núcleos, mientras que este chip apenas supera los cien megahercios. Sin embargo, el buen hacer de Linux y la filosofía de Tiny Core han hecho posible lo que parecía un sueño para los amantes del retrocomputing.
Los protagonistas de la hazaña
Tiny Core Linux es una distribución muy ligera que ocupa apenas 23 MB en su versión completa con entorno gráfico. Su diseño modular permite añadir solo lo necesario, evitando sobrecargar el sistema. Además, funciona íntegramente desde la RAM, lo que reduce la dependencia del disco duro y acelera el arranque. Los requisitos mínimos son muy modestos: procesador i486DX o superior, 46 MB de RAM para la versión básica y 64 MB para TinyCore, además de almacenamiento opcional, ya que se ejecuta en memoria. Esto explica por qué fue la elección perfecta para este reto.
Para este experimento, el equipo original contaba con 8 MB de RAM, insuficientes para cargar el sistema. La solución fue ampliar la memoria hasta 128 MB, una cifra que hoy parece ridícula, pero que en los años noventa era considerada realmente buena. Con esta mejora, el sistema pudo cargar el núcleo y las aplicaciones básicas sin problemas.
Un logro no exento de problemas
Uno de los mayores obstáculos fue iniciar el sistema en un hardware tan antiguo. Aunque el ordenador disponía de unidad de CD-ROM, no lograba leer discos modernos. La solución llegó con Plop Boot Manager, un gestor que se carga desde un disquete y permite arrancar sistemas desde dispositivos que la BIOS original no soporta, como CD o USB. Gracias a esta herramienta, Tiny Core Linux pudo ejecutarse desde un medio externo sin necesidad de modificar la placa base ni recurrir a hardware adicional complejo.
Un resultado positivo e inesperado
Contra todo pronóstico, el sistema no solo arrancó, sino que resultó utilizable. Evidentemente, no hablamos de velocidad comparable a un equipo actual, pero la experiencia fue mejor de lo esperado. Tras ajustar algunos parámetros gráficos, el escritorio se mostró estable y funcional. Incluso fue posible conectar el equipo a Internet y ejecutar neofetch para mostrar las especificaciones del sistema, algo impensable para un hardware que nació en la era previa a la web moderna.
Entre las tareas que se lograron destacan la navegación básica, la visualización del escritorio con gestor de ventanas IceWM y la ejecución de comandos y herramientas como neofetch. Este logro demuestra que Linux sigue siendo una opción ideal para revivir equipos antiguos, ofreciendo una segunda vida a hardware que parecía condenado al olvido.
Como curiosidad, Tiny Core Linux nació en 2009 como una evolución de Damn Small Linux. La versión utilizada en este experimento, 16.2, se lanzó en septiembre de 2025. El ordenador utilizado costaba en su época unos 1.500 dólares (aprox. 1.400 €), mientras que hoy se puede conseguir por unos pocos euros en mercados de segunda mano. Este tipo de proyectos no solo despierta nostalgia, sino que también pone en valor la capacidad de Linux para adaptarse a cualquier circunstancia, incluso en hardware que parecía olvidado.
