Si el FBI es capaz hackear un iPhone, ¿por qué sigue pidiendo ayuda a Apple?
Con la ayuda de herramientas de terceros.
Todos sabemos la batalla que el FBI y Apple mantienen desde hace años, cuando la oficina de investigación de los EE.UU. pidió a la compañía de Tim Cook colaboración para acceder, en 2016, a los datos de un iPhone usado por el principal sospechoso del tiroteo de San Bernardino. La tecnológica se negó a pesar de haber un requerimiento judicial por medio.
La excusa que siempre han puesto los de Cupertino es que no pueden poner en riesgo la privacidad y seguridad de sus clientes, ni ofreciendo ayuda para desbloquear terminales, ni creando una puerta trasera para que accedan los investigadores del FBI. Es una posición que le está granjeando muchos enemigos, entre ellos el mismísimo Presidente de los EE.UU., Donald Trump.
Concretamente, Apple afirma que "Siempre hemos mantenido que no existe una puerta trasera solo para los buenos. Las puertas traseras también pueden ser explotadas por aquellos que amenazan nuestra seguridad nacional y la seguridad de los datos de nuestros clientes. Hoy, la policía tiene acceso a más datos que nunca antes en la historia, por lo que los estadounidenses no tienen que elegir entre debilitar el cifrado y resolver las investigaciones. Creemos que el cifrado es vital para proteger los datos de nuestro país y los de nuestros usuarios".
¿Por qué el FBI sigue pidiendo ayuda?
Lo curioso de esta situación es que, a la vez que la oficina federal intentaba conseguir ayuda de Apple, paralelamente buscaban la forma de hackear los terminales para entrar en ellos, aprovechando herramientas y vulnerabilidades conocidas de modelos que no están actualizados a iOS 13. Es el caso de algunos teléfonos usados por terroristas –iPhone 5 y 7– para los que el FBI usó hacks como Grayshift y Cellebrite para entrar sin problemas. Es más, no solo esos terminales antiguos, hace unos días conocíamos que incluso un iPhone 11 Pro Max había caído ante el empuje de la agencia de seguridad.
Entonces, si el FBI está entrando en los dispositivos de Apple sin problemas, ¿por qué insiste en pedir ayuda a la compañía? Pues la razón es muy simple: tiempo y dinero. Los esfuerzos por reventar la seguridad de los iPhone con herramientas de terceros tienen un coste mucho mayor en dólares y tiempo, mientras que con la colaboración del fabricante ese proceso se acortaría, y abarataría, enormemente. Solo dos ejemplos: en el caso de San Bernardino, un millón de euros, y en el del iPhone 11 Pro Max, dos meses.
¿Llegarán a un acuerdo en el futuro? Está por ver que Apple dé su brazo a torcer porque si algo tiene claro es que, llegado el momento, si pierde la confianza de los clientes, podría estar muerta. ¿O no?