La inteligencia artificial china no llega con un gran estruendo

Las últimas normas dan a entender que Pekín mantendrá un control férreo sobre este sector estratégico

Alex Plavevski (Efe) (EFE)

China tiene por delante un largo camino hasta la supremacía en el campo de la inteligencia artificial. Quiere ser líder de aquí a 2030 y este mes ha anunciado nuevas normas para regular la tecnología que son menos onerosas de lo esperado. Pero los ecosistemas digitales cerrados, los controles de Pekín sobre los contenidos de internet y las restricciones de Estados Unidos a las exportaciones de semiconductores a la segunda economía mundial dificultarán el avance.

Había grandes expectativas sobre lo que la República Popular podría conseguir con una tecnología a la que se le atribuye la ca...

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China tiene por delante un largo camino hasta la supremacía en el campo de la inteligencia artificial. Quiere ser líder de aquí a 2030 y este mes ha anunciado nuevas normas para regular la tecnología que son menos onerosas de lo esperado. Pero los ecosistemas digitales cerrados, los controles de Pekín sobre los contenidos de internet y las restricciones de Estados Unidos a las exportaciones de semiconductores a la segunda economía mundial dificultarán el avance.

Había grandes expectativas sobre lo que la República Popular podría conseguir con una tecnología a la que se le atribuye la capacidad de resolver algunos de los desafíos más acuciantes del planeta. Entre las razones para la confianza estaban la masa de datos que lo abarcaban todo, desde los pagos digitales hasta el comercio electrónico, así como el apoyo gubernamental y un ejército de emprendedores cada vez más numeroso. Si avanzamos rápidamente hasta hoy, todo resulta mucho menos convincente.

La última normativa china sobre la IA generativa allanará el camino para que sus campeones tecnológicos lancen productos que rivalicen con ChatGPT de OpenAI. Según las nuevas reglas, los proveedores de servicios para el público estarán obligados a presentar evaluaciones de seguridad. Esto implica que la preocupación por la seguridad nacional limitará la evolución de la tecnología y hará sufrir aún más a un sector al que el presidente Xi Jinping ha estado apretando las riendas durante dos años para frenar la expansión desordenada del capital.

El alcance y los requisitos son más estrictos que en otras regiones como Estados Unidos, que apenas han empezado a plantearse códigos de conducta y normas voluntarios. La Unión Europea, por ejemplo, intenta sacar adelante una legislación dirigida principalmente a las aplicaciones de “alto riesgo” de la IA, como las que pueden utilizarse para influir en los resultados electorales y las plataformas que tienen más de 45 millones de usuarios. Sin embargo, en comparación con el anterior borrador chino de abril, que contenía exigencias casi imposibles de cumplir como que los contenidos creados con IA fueran veraces y precisos, la última versión parece práctica e indica que Pekín se toma en serio lo de apoyar hasta cierto punto a este sector incipiente. Es llamativo que las nuevas normas solo se apliquen a los servicios dirigidos al consumidor, lo cual da a entender que los productos empresariales posiblemente tengan más libertad.

Esto debería beneficiar a empresas como el operador de motores de búsqueda Baidu, que ha sido la primera gran compañía china que ha desarrollado una respuesta a ChatGPT. Los analistas de Goldman Sachs opinan que el grupo que dirige Robin Li, valorado en 50.000 millones de dólares, será uno de los primeros en obtener la aprobación para comercializar su chatbot, actualmente en fase de pruebas, y calculan que los productos de IA podrían aumentar en un 13% los ingresos anuales de la empresa en 2025. Las acciones de Baidu en Nueva York han repuntado un 30% este año, superando la subida del 9% en el índice Nasdaq Golden Dragon de empresas chinas que cotizan en Estados Unidos.

Sin embargo, el país también afronta una serie de retos únicos. Según The Wall Street Journal, Washington podría endurecer en breve las restricciones a las exportaciones chinas, con la mira puesta en los semiconductores de inteligencia artificial. Cortar el acceso a los chips vendidos por Nvidia o AMD podría suponer un retraso de años para Baidu y sus homólogas. Es más, aunque el país haya adelantado a Occidente en pagos móviles y otras cosas por el estilo, internet en China está dominado por un puñado de gigantes que han construido jardines amurallados, donde las plataformas se guardan para ellas la información y los datos de los usuarios. Esto significa que las distintas empresas tendrán acceso a tipos de datos muy diferentes. Esa es una de las razones por las que los analistas de Bernstein consideran que Tencent y ByteDance, cuyas aplicaciones de redes sociales y vídeo tienen el mayor alcance en el país, son los contendientes más prometedores en el campo de la IA.

Hay más obstáculos, entre ellos los estrictos requisitos de censura. El cortafuegos de internet de China, que prohíbe a sus ciudadanos acceder a contenidos no aprobados, limitará la cantidad de información que las empresas pueden utilizar para entrenar sus modelos de IA.

Otro quebradero de cabeza es cómo ganar dinero. Microsoft acaba de anunciar que cobrará 30 dólares al mes por las funciones de IA generativa de su programa de ofimática de uso generalizado. Es difícil imaginar cómo los proveedores chinos de software o de servicios en la nube, como Alibaba, pueden cobrar precios más altos a las empresas del continente, que están muy por detrás de sus homólogas mundiales en lo que respecta al gasto en TI. Una economía en desaceleración y una brutal guerra de precios en el ferozmente competitivo mercado de la nube no harán sino dificultar aún más la monetización de los productos de IA.

Puede que la mayor incertidumbre sea si Xi permitirá prosperar a las empresas privadas que actualmente lideran la ofensiva en la IA. Iría en contra de sus esfuerzos por reforzar el control sobre determinados sectores. Aunque las autoridades tranquilizan ahora a los inversores asegurándoles que el entorno para las empresas dinámicas mejorará, los requisitos para la concesión de licencias y las últimas normas sobre IA dan a entender que Pekín mantendrá un control férreo sobre el sector estratégico. Esto podría ser la mejor explicación de por qué Alibaba, que cotiza en Estados Unidos, anunció en mayo planes para separar por completo su negocio de datos y de nube. El momento de la IA en China ha llegado, pero con muchas menos promesas de las que se esperaban inicialmente.

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