El escudo de silicio de Taiwán captura la inteligencia artificial
Lejos de reducir la dependencia mundial de la isla asiática, la carrera de la IA la está intensificando
En la reciente Conferencia de la Libertad de Berlín, la expresidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, ofreció una definición precisa del escudo de silicio de la isla. Tsai subrayó que la industria de alta tecnología taiwanesa, particularmente el sector de los semiconductores, se ha erigido en un componente esencial de la economía global, lo que, a su vez, fortalece la defensa de la isla ante las amenazas a su seguridad. Esta “capa protectora tecnológica” que envuelve a la isla dista de ser una exageración de su élite política. Más de seiscientas empresas del sector digital tienen su sede en Taiwán, pr...
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En la reciente Conferencia de la Libertad de Berlín, la expresidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, ofreció una definición precisa del escudo de silicio de la isla. Tsai subrayó que la industria de alta tecnología taiwanesa, particularmente el sector de los semiconductores, se ha erigido en un componente esencial de la economía global, lo que, a su vez, fortalece la defensa de la isla ante las amenazas a su seguridad. Esta “capa protectora tecnológica” que envuelve a la isla dista de ser una exageración de su élite política. Más de seiscientas empresas del sector digital tienen su sede en Taiwán, proporcionando insumos críticos para el funcionamiento de la economía digital a nivel mundial.
Sin duda, la mera mención del escudo de silicio evoca el nombre de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), la corporación responsable de la fabricación del 90% de los chips lógicos más avanzados disponibles en el mercado. La excelencia de los productos de TSMC ha sido cultivada a lo largo del tiempo, pero fue en el año 2021 cuando logró una superioridad tecnológica sobre sus principales competidores –Samsung, Intel– al ser pionera en la producción masiva de chips de 3 nanómetros (nm). En 2025, la compañía taiwanesa ha vuelto a superar a sus rivales al alcanzar, en primer lugar, la producción comercial de chips de 2 nm. Además, la nómina de sus clientes principales comprende la élite del sector de hardware tecnológico: Apple, Broadcom, Nvidia, Mediatek, Qualcomm, AMD e Intel.
Adicionalmente a TSMC, otros ingredientes fundamentales del escudo de silicio son ampliamente reconocidos en el sector de la microelectrónica. Desde la isla se suministra aproximadamente la mitad de los chips maduros del mundo –esenciales para las líneas de producción industrial y la defensa– y la corporación taiwanesa ASE Holdings ostenta el liderazgo en el mercado de servicios de empaquetado de semiconductores, con una cuota de mercado del 44,6%.
Durante el último quinquenio, un objetivo fundamental de las políticas industriales tecnológicas en otras regiones –como Estados Unidos, Europa o Japón– ha sido la mitigación de la dependencia de sus economías digitales respecto a Taiwán. No obstante, no solo se está lejos de alcanzar dicha meta, sino que la creciente demanda de infraestructuras para la inteligencia artificial (IA) está superponiendo nuevas capas al escudo de silicio y, consecuentemente, fortaleciendo su cohesión.
Comenzando con TSMC, la IA incrementa su centralidad en el ecosistema tecnológico. Nvidia declara haber recibido en 2025 órdenes de compra valoradas en 500.000 millones de dólares, si bien los analistas estiman que sus ventas anuales solo alcanzarán los 200.000 millones. La elevada demanda de sus productos de la gama Blackwell requiere una mayor disponibilidad de chips de 3 nm de TSMC. El todopoderoso Jensen Huang ha tenido que desplazarse a la sede del fabricante taiwanés para solicitar un incremento en la producción de estos componentes. TSMC aumentará el número de obleas fabricadas por mes de 100.000-110.000 a 160.000, con 35.000 de las obleas adicionales reservadas para Nvidia. Huang ha reconocido que “sin TSMC no hay Nvidia”.
La inteligencia artificial no solo consolida la posición de TSMC al reforzar el escudo de silicio, sino que también incorpora nuevas capas al generar dependencias digitales adicionales respecto de la isla. Las compañías hiperescalares requieren las codiciadas aceleradoras de IA de Nvidia –u otro fabricante– interconectadas a muy alta velocidad, distribuyendo la capacidad de procesamiento e incrementando la eficiencia energética. Para este fin, resulta indispensable la construcción de supernodos integrables en los gigantescos centros de datos de las grandes empresas tecnológicas. Las tres compañías principales que desarrollan estos productos con componentes de Nvidia tienen su sede en Taiwán: Wistron, Quanta y Foxconn. Conjuntamente, estas tres empresas representan aproximadamente el 70% de este mercado, siendo otra empresa taiwanesa, Inventec, la que ocupa el cuarto lugar.
La demanda de infraestructuras de Nvidia ha disparado la producción de los supernodos NVL72 y NVL36, los cuales integran, respectivamente, 72 y 36 GPUs Blackwell. El volumen de ventas de Wistron, Quanta y Foxconn se ha elevado significativamente en cada uno de los nueve primeros meses de 2025. Según estimaciones de Morgan Stanley, partiendo de cero, se prevé el suministro de más de 28.000 unidades del supernodo de mayor capacidad en 2025, cada una valorada en tres millones de dólares.
Respecto al de menor número de aceleradoras, se proyectan unas ventas anuales de aproximadamente 60.000 unidades, con un valor unitario de 1,8 millones de dólares. En total, se estima que las tres empresas taiwanesas gestionarán cerca de tres millones de las GPUs de última generación de Nvidia en 2025 –lo que representa el 85% de la producción total proyectada por UBS–. A esta cifra se debe sumar la producción de nodos que incorporan componentes de IA de generaciones precedentes de Nvidia.
En conclusión, lejos de reducir la dependencia mundial de Taiwán, el rápido desarrollo de la inteligencia artificial la está intensificando. En particular, la producción de los productos de Nvidia –pilar de la actual ola tecnológica– resultaría inviable sin la industria de la isla. La última innovación digital está ramificando el manto protector de Taiwán, reforzando su escudo de silicio. Las estimaciones más recientes sobre las repercusiones de una disrupción en las líneas de producción de la isla resultan alarmantes: una recesión del producto interior bruto (PIB) mundial de entre el 6% y el 10%. Es probable que esta cifra no constituya una exageración. Taiwán continúa transfiriendo a la economía global el riesgo derivado de la materialización de sus amenazas.