Industria y tecnología, apuesta estratégica con efecto político
Proyectos como la nueva fábrica de Diamond Fundry en Extremadura permiten a España fortalecer su economía y neutralizar los discursos que alientan la inestabilidad
El Consejo de Ministros aprobará previsiblemente hoy una macrooperación de inversión para construir una nueva fábrica de alta tecnología en Extremadura. El proyecto, que prevé emplear a más de 2.100 trabajadores en una zona castigada por la despoblación, supondrá un desembolso de 2.350 millones en cuatro años. El Gobierno canalizará 753 millones del Perte Chip, es decir, los fondos europeos para la recuperación pospandemia, a los que se unirán otros 1.600 millones de una firma de EE UU que cuenta con la confianza de inversores de primer nivel en el mundo y procedentes de empresas de Silicon Valley.
La operación tiene dos componentes esenciales. Por un lado, reafirma la posición de España como destino inversor en un momento de bonanza en los datos macroeconómicos. Por otro, se trata de una inversión tractora para la economía local en una de las zonas a la cola de España en cuanto a riqueza, como es Extremadura. La inversión, además, se aleja de otros cantos de sirena que llegaron a España en el pasado más vinculados al turismo y sectores de bajo valor añadido por los empleos que creaban. A diferencia de lo anterior, la fábrica que prevé instalar Diamond Foundry apela a la alta tecnología y los microchips, que serán estratégicos para la economía del futuro. La nueva planta que se ubicará en Trujillo producirá diamantes sintéticos con el sustrato del material que usan los microchips. Un ámbito al que están vinculadas empresas como Nvidia, que está marcando la pauta bursátil mundial por sus nexos con la IA.
Este ámbito genera puestos de alto valor añadido, donde se necesita personal cualificado que puede desarrollar las capacidades para las que también el Estado ha hecho un esfuerzo en becas y formación universitaria. Un círculo virtuoso que la crisis de 2008 rompió cuando miles de jóvenes se vieron obligados a abandonar España en busca de oportunidades. Una fuga de talento que, a día de hoy, sigue penalizando a las empresas españolas punteras en tecnología. A nadie se le escapa que la inversión llega a menos de un mes de las elecciones autonómicas en Extremadura, con el PP buscando la mayoría absoluta ante un PSOE en horas bajas.
Avanzar en este tipo de proyectos, al igual que en las nuevas fábricas de baterías en Valladolid, Zaragoza o Sagunto, permiten a España fortalecer su economía y neutralizar los discursos que alientan la polarización política y la inestabilidad de las altas instituciones del Estado. De hecho, son el mejor recurso al que puede apelar a día de hoy un Gobierno desgastado por cuestiones como la falta de apoyos parlamentarios.