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La adulación de las farmacéuticas a Trump puede abrir un frente europeo

Si las compañías lanzan menos tratamientos en el Viejo Continente, los Gobiernos pueden orientarse hacia China

El intento de las grandes farmacéuticas de neutralizar la guerra de Donald Trump contra los precios de los medicamentos está provocando un doloroso quebradero de cabeza en otros ámbitos. Grandes empresas farmacéuticas como Novo Nordisk, Eli Lilly, Novartis, Roche y AstraZeneca se han apresurado a anunciar nuevas fábricas en Estados Unidos y ...

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El intento de las grandes farmacéuticas de neutralizar la guerra de Donald Trump contra los precios de los medicamentos está provocando un doloroso quebradero de cabeza en otros ámbitos. Grandes empresas farmacéuticas como Novo Nordisk, Eli Lilly, Novartis, Roche y AstraZeneca se han apresurado a anunciar nuevas fábricas en Estados Unidos y se han comprometido a reducir los precios de los tratamientos en ese país, en particular los antiobesidad, en un intento por evitar los aranceles. Un efecto secundario de esta estrategia es que pueden lanzar menos medicamentos en Europa, lo que a su vez provocaría una reacción negativa por parte de los legisladores del Viejo Continente.

Los directivos de las farmacéuticas no tienen más remedio que doblegarse ante Trump. Estados Unidos es el mercado número uno para el sector en términos de ventas gracias a un modelo sanitario disfuncional que fija precios muy por encima de los de otros países. Ante la amenaza de los aranceles, Trump está firmando rápidamente acuerdos que obligarán a los productores de medicamentos a bajar los precios de Medicaid, el programa sanitario respaldado por el Gobierno, para equipararlos al nivel más barato de otros países.

Los directivos farmacéuticos temen más que ninguna otra cosa este compromiso, denominado “nación más favorecida”. Si cobraran a los estadounidenses la misma tarifa que a los británicos o alemanes, podrían acabar recortando hasta un 90% el valor de los precios de los medicamentos en el país norteamericano. Pero hay una solución parcial: simplemente pueden retirar los fármacos del mercado europeo para evitar comparaciones similares y, así, mantener elevados los precios en Estados Unidos, especialmente para los tratamientos nuevos y más caros. Según datos de IQVIA, en los últimos cinco años, el 40% de los nuevos medicamentos estadounidenses aún no se han lanzado en Europa.

Los acuerdos negociados con Trump pueden acelerar esa tendencia. Esto significa que los avances en el tratamiento del cáncer y otras enfermedades pueden no estar disponibles de inmediato para los pacientes europeos. El consejero delegado de una empresa farmacéutica europea declara a Breakingviews que espera que los políticos del continente se den cuenta de su error y paguen deses­peradamente por los medicamentos cuando los ciudadanos no puedan acceder a tratamientos que salvan vidas.

Sin embargo, este razonamiento da por sentado que los Gobiernos europeos pueden permitirse precios más altos para los medicamentos. Pero la realidad es que los políticos que luchan por equilibrar sus presupuestos, como en Francia y Gran Bretaña, pueden no estar dispuestos a pagar por tratamientos que solo son ligeramente mejores que los actuales. También pueden ser exigentes a la hora de elegir a qué empresas apoyar, dando prioridad a aquellas con fábricas o laboratorios de investigación nacionales. Y, cuanto más se retiren las grandes farmacéuticas de Europa, mayor será la posibilidad de que se produzca un rechazo por parte de los ciudadanos enfadados.

Los políticos también pueden buscar alternativas. Las compañías biotecnológicas chinas están produciendo nuevos medicamentos más rápidamente que cualquier otro país. Casi un tercio de los ensayos clínicos mundiales se están llevando a cabo en la segunda economía más grande del mundo. Los legisladores europeos también se están mostrando más receptivos a los fármacos chinos. En agosto, la Comisión Europea aprobó un medicamento contra el cáncer de pulmón de células pequeñas fabricado por CStone Pharmaceuticals, con sede en Shanghái. Es posible que los CEO de las grandes farmacéuticas esperen que, al rechazar a Europa, los legisladores se den cuenta de su valor. Pero pueden acabar cambiando un quebradero de cabeza político por otro.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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