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La educación financiera, la clave al elegir hipoteca

Los bancos van a hacer lo posible por vincular la contratación del crédito con otros productos

La hipoteca ya no es el campo de minas para la economía familiar en la que llegó a convertirse años atrás. Los hogares se han podido beneficiar de la bajada en los tipos de interés, con cuotas mensuales más bajas y sin cláusulas suelo que impidieran trasladar al bolsillo el abaratamiento del precio del dinero. Y la apuesta por las hipotecas a tipo fijo ha eliminado las sospechas del pasado hacia el uso de índices de referencia mucho menos conocidos que el euríbor, el rey de las hipotecas a tipo variable. Así, el Supremo sigue debatiendo la legalidad del IRPH cinco años después de haberlo avalado.

La banca ha abandonado las malas prácticas en la comercialización de las hipotecas gracias a la costosa lección que dejaron aquellos escándalos y a la nueva ley hipotecaria que entró en vigor en 2019, que garantiza la transparencia del proceso y la protección del cliente. El aspirante a hipotecado recibe la oferta de su banco con todo el detalle de las comisiones que va a abonar y el desglose de los gastos y de a quién corresponde su pago, si a la entidad o al cliente. Acudirá a un notario antes de la firma para que quede constancia de que comprende todos los términos del contrato hipotecario y acudirá a la firma después de haber aprendido, quizá por primera vez, qué diferencias hay entre una hipoteca a tipo fijo, variable o mixto o qué significa la tasa anual equivalente (TAE).

Los mecanismos de protección al cliente ya están puestos, pero aún quedan lagunas en la educación financiera que pueden llevar a no elegir la mejor de las opciones, aun teniendo toda la información. De hecho, es en la inclusión de productos vinculados a la hipoteca con la que abaratar la cuota donde puede surgir el riesgo de no dar el mejor asesoramiento al cliente. El banco no puede exigir la contratación de ningún producto a cambio de la concesión de la hipoteca, pero si se contrata un seguro de vida o una alarma antirrobo para rebajar el tipo de interés, ese coste deberá incluirse en el precio del crédito. Será la TAE de la hipoteca, que en el caso más extremo puede ser mayor en una bonificada que en una hipoteca sin bonificar. De nuevo, la educación financiera vuelve a ser clave.

Los bancos van a hacer lo posible por vincular la contratación de la hipoteca con otros productos financieros –seguros, fondos de inversión o planes de pensiones–. Más aún si el cliente es solvente y, además de comprarse una casa, pretende ahorrar para la jubilación. A quien vaya más justo, no se le tentará tanto con bonificaciones que luego pueden acabar encareciendo el crédito.

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