Ahora sí, la hora de que decidan los accionistas del Sabadell
El mercado estaba convencido de que la subida de la oferta llegaría, pese a que los responsables del BBVA se cansaron de negarlo
La opa lanzada por el BBVA sobre el Banco Sabadell hace más de 16 meses entra, ahora sí, en su fase decisiva. Tras la aprobación del folleto en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) el pasado día 5, el banco con sede en Bilbao dio el lunes un paso largamente esperado por el mercado para mejorar la oferta. Según lo anunciado, el BBVA ofrecerá finalmente una acción ordinaria por cada 4,8376 acciones ordinarias del Sabadell, lo que suprime la parte en efectivo (que generaba problemas fiscales a los vendedores) y supone una valoración un 10% superior a la inicial. El mercado estaba convencido de que ese momento llegaría, a pesar de que los responsables del BBVA se cansaron de repetir que “la oferta es la oferta”. En Bolsa las acciones del Sabadell llegaron a valer un 15% por encima de la oferta. En los últimos días esa prima negativa se había reducido hasta algo más del 5%, para volver a repuntar por encima del 7%. Era evidente que el éxito de la opa pasaba por una mejora de la oferta, y que para el BBVA mantenerse en su valoración inicial implicaba un elevado riesgo de fracaso.
La entidad que preside Carlos Torres ha negado también que esté dispuesta a quedarse por debajo del 50% de los derechos de voto, aunque tiene una puerta abierta, pues pidió una dispensa en el regulador de la Bolsa de EE UU, la SEC, para poder quedarse por encima del 30%. Torres asegura que no es su intención acogerse a esa opción (aunque “no es imposible”), que le obligaría a lanzar una segunda opa con opción en efectivo. Tampoco era posible mejorar la oferta y se hizo.
La operación que uniría a la segunda entidad española por activos, BBVA, con la cuarta, el Sabadell, ya se ha extendido demasiado. Ha sido un tortuoso proceso que afrontó obstáculos considerables: el rechazo frontal del banco vallesano y de importantes sectores políticos y empresariales en Cataluña, la venta de su filial británica TSB para repartir un gran dividendo y seducir a sus accionistas, las condiciones de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), la exigencia adicional impuesta por el Gobierno de que no hubiera fusión en un plazo entre tres y cinco años, el recurso por el BBVA de esa medida ante el Tribunal Supremo. Y, muy importante, la expectativa del mercado.
Terminados los exámenes de las autoridades y establecidas las reglas del día después, ya tenemos el canje de acciones final. Los inversores pueden hacer sus cuentas con toda la información y decidirán libremente vender o no. El accionista tiene la última palabra. Por fin.