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Miguel Ángel López Borrego, el español que lidera la transformación del gigante alemán Thyssenkrupp

El jefe de la empresa industrial confía en la escisión de la filial naval TKMS para superar la crisis del grupo, lastrado por su siderurgia

La oscuridad a la que se asoma Europa al ver crecer las tensiones bélicas con Rusia es, sin embargo, la luz al final del túnel para directivos como el hispano-germano Miguel Ángel López Borrego (Fráncfort, 60 años), consejero delegado (CEO) de Thyssenkrupp, uno de los grandes conglomerados industriales de Alemania, que en apenas unos años ha pasado de simbolizar el declive de la vieja siderurgia europea a convertirse en un grupo con nuevas expectativas de crecimiento y una renovada confianza de los mercados.

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La oscuridad a la que se asoma Europa al ver crecer las tensiones bélicas con Rusia es, sin embargo, la luz al final del túnel para directivos como el hispano-germano Miguel Ángel López Borrego (Fráncfort, 60 años), consejero delegado (CEO) de Thyssenkrupp, uno de los grandes conglomerados industriales de Alemania, que en apenas unos años ha pasado de simbolizar el declive de la vieja siderurgia europea a convertirse en un grupo con nuevas expectativas de crecimiento y una renovada confianza de los mercados.

Aunque las acciones de Thyssen­krupp llevan cuatro años prácticamente estancadas, mientras el Dax ha subido más de un 50%, los inversores han encontrado un motivo de optimismo en la filial naval TKMS. Esta división, que fabrica submarinos y fragatas, se beneficiará del aumento del gasto militar en Europa: TKMS ya cuenta con una cartera de pedidos valorada en 18.500 millones de euros, el equivalente a casi nueve años de ingresos asegurados. La escisión de esta unidad, que pasará a cotizar de forma independiente, puede hacer que el mercado reconozca ese potencial: se calcula que podría valer entre 2.000 y 3.000 millones de euros, casi tanto como todo el grupo completo hoy en Bolsa.

Además, Jindal Steel, de la India, acaba de presentar una propuesta no vinculante para comprar su histórica división de acero, el corazón de la compañía pero también su mayor lastre económico en los últimos años. El interés indio ha animado a los inversores –la acción llegó a subir cerca de un 8% tras conocerse la noticia– porque abre la posibilidad de que el conglomerado alemán se libere de una unidad que acumula pérdidas y fuertes costes de descarbonización y, al mismo tiempo, obtenga recursos para invertir en negocios de mayor futuro, como el hidrógeno o la defensa.

Amante de la competición y del trabajo en equipo, López Borrego ha confesado que, si no se hubiera dedicado al mundo empresarial, se habría orientado hacia una carrera deportiva. Defiende un liderazgo colaborativo, basado en la comunicación bidireccional, la motivación, la actitud positiva y la disposición a asumir riesgos, valores que sus colegas reconocen como la base de su éxito. Está casado y es padre de dos hijos. Juega al fútbol, practica bádminton y disfruta con el ajedrez. También es un viajero empedernido: entre sus destinos predilectos figuran Cádiz, Londres, los Alpes y Vancouver.

Hijo de una familia española emigrada a Alemania, creció entre esas dos identidades. Estudió Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Mannheim y más tarde completó un MBA en la Universidad de Toronto (Canadá). Su primera experiencia laboral fue en VDO, una empresa alemana de componentes de automoción, donde entró en 1987 en el departamento de producción y logística. Tras un breve paso por la filial española, volvió a Alemania como director financiero de la división de instrumentos de la ahora denominada Mannesmann VDO, lo que le abrió la puerta a una carrera internacional en la gran liga industrial.

En 2001 su empresa fue absorbida por Siemens, donde López Borrego pasó casi dos décadas en distintas áreas: desde la automoción hasta la automatización industrial y la digitalización. Fue director financiero de divisiones clave y acabó como máximo responsable de Siemens España en 2018. Su nombramiento vino acompañado de la presidencia no ejecutiva de Siemens Gamesa, en un momento delicado para esta filial: la compañía arrastraba un recorte de 6.000 empleos (300 de ellos en España) y una caída bursátil del 15% aquel año. Tras cuatro años dirigiendo Siemens España, en 2022 López Borrego dio el salto a la ingeniería Norma Group como primer ejecutivo y, pocos meses después, fue elegido para liderar Thyssenkrupp.

Al frente

Su llegada a la cúpula de esta en junio de 2023 se produjo tras la renuncia de Martina Merz, que había sufrido crecientes presiones de los accionistas por la lentitud de los cambios, en un momento en que el grupo acumulaba pérdidas, arrastraba una siderurgia deficitaria y buscaba desesperadamente cómo reinventarse tras haber vendido su negocio de ascensores para ganar liquidez.

Con López Borrego al mando, la compañía ha dado ya pasos decisivos en su transformación: sacó a Bolsa su división de tecnología de hidrógeno, vendió un 20% de su histórico negocio siderúrgico y aceleró los planes para escindir la división naval TKMS, con la idea de convertir al grupo en una sociedad holding abierta a la entrada de inversores externos en todas sus unidades. La estrategia busca orientar el futuro de Thyssenkrupp hacia áreas de alto potencial como las energías limpias y la industria de defensa.

En el último ejercicio ha logrado reducir pérdidas netas a 1.450 millones de euros (frente a casi 2.000 millones el año anterior) y, lo más simbólico, ha mejorado su flujo de caja libre, que en octubre-diciembre de 2024 pasó de -531 millones a apenas -21 millones, con la previsión de cerrar el año ya en positivo. Sus pedidos repuntan –un +21% interanual en el tercer trimestre, impulsados por la división naval– y la filial de hidrógeno Nucera eleva ingresos y expectativas.

La compañía confía en él y, de hecho, el consejo propuso prorrogar su contrato más allá de 2026, un movimiento que anticipa varios años de continuidad. Resulta revelador recordar que, hace poco más de un año, López Borrego advertía en El País de que, si no se actuaba con rapidez, “la producción de acero en Alemania tal y como la conocemos dejará de existir”. Esa amenaza sigue ahí: el acero continúa siendo el eslabón débil, dependiente de ayudas públicas y de una descarbonización costosa, pero la situación del grupo ya no se mide solo por ese lastre. La frase funciona como recordatorio del abismo al que asomaba Thyssenkrupp y del terreno que ha empezado a ganar desde entonces.

Mejora continua

El método Kaizen, la filosofía japonesa de la mejora continua, marcó de forma decisiva a Miguel Ángel López Borrego. Se formó como instructor en esta disciplina y la convirtió en eje de su liderazgo: pequeños cambios constantes que, acumulados, producen grandes transformaciones.

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