El próximo ‘look’ de Armani depende del desgaste del sector del lujo
Que la empresa mantenga su independencia no es solo cuestión de lo que diga el testamento del fundador
Giorgio Armani dirigió su casa de moda como uno de sus característicos trajes: elegante, discreto y con costuras impecables. Durante décadas, el icónico diseñador, fallecido a los 91 años, ejerció como consejero delegado, presidente y director creativo, rechazando la concentración del sector para mantener el control de una de las últimas grandes marcas de lujo independientes de Italia. Que las cosas sigan así puede depender tanto del desgaste del sector del lujo como de sus preferencias personales.
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Giorgio Armani dirigió su casa de moda como uno de sus característicos trajes: elegante, discreto y con costuras impecables. Durante décadas, el icónico diseñador, fallecido a los 91 años, ejerció como consejero delegado, presidente y director creativo, rechazando la concentración del sector para mantener el control de una de las últimas grandes marcas de lujo independientes de Italia. Que las cosas sigan así puede depender tanto del desgaste del sector del lujo como de sus preferencias personales.
La sucesión del grupo lleva siendo opaca mucho tiempo. Armani creó una fundación en 2016, la dotó de una participación simbólica y estableció unos estatutos para desalentar las adquisiciones arriesgadas y bloquear la salida a Bolsa durante cinco años después de su fallecimiento. Existe un testamento, pero los detalles se darán a conocer en las próximas semanas.
Armani no tuvo hijos y le sobreviven una hermana menor, Rosanna, dos sobrinas, Silvana y Roberta, y un sobrino, Andrea Camerana. Sus sobrinas y su sobrino ocupan puestos destacados en el grupo, y Pantaleo Dell’Orco, jefe del departamento de estilo masculino de Armani, era el confidente más cercano del diseñador. Los cinco son posibles herederos. Se espera que sus familiares y sus lugartenientes de confianza supervisen las operaciones hasta que se desvele el testamento, a la vez que la fundación asume un papel más importante.
Sin embargo, la rígida insistencia de Armani en la independencia parecía haberse suavizado últimamente. En una entrevista el año pasado, se negó a descartar una venta o salida a Bolsa tras su muerte, lo que contrasta con sus anteriores negativas a diluir el control. Los estatutos del grupo de 2016 no prohíben la venta a un rival más grande.
Esa perspectiva despertará el interés de los banqueros. Sin embargo, lo que puede centrar la atención de los responsables de la fundación es la caída del 5% en las ventas de Armani en 2024. Ese resultado fue mucho peor que el aumento del 1% de LVMH, líder del sector, y el margen de beneficio operativo del 3% fue notablemente inferior.
Dado que el sector en general depende cada vez más de los compradores multimillonarios, solo estrellas perennes como Hermès han escapado a las consecuencias. La consultora Bain calcula que la industria, con unos ingresos de 1,5 billones de euros este año, se enfrenta a su primera desaceleración anual desde la crisis financiera mundial, excluyendo la pandemia. Sin el impulso del propio Armani al frente, es posible que sus herederos acaben viendo el atractivo de la concentración.
Armani sigue siendo uno de los últimos activos de lujo atractivos en juego. Los acuerdos de licencia con empresas como L’Oréal añaden flujos de caja fiables, y el grupo cuenta con 570 millones de euros de efectivo neto. Suponiendo un múltiplo de ventas de 6 veces –una prima con respecto a las 5 del sector, pero muy por debajo de Hermès– y que las ventas de 2025 se mantengan estables en torno a los 2.300 millones, Armani podría alcanzar los 14.000 millones.
LVMH, valorada en 250.000 millones de euros y propiedad de Bernard Arnault, es la candidata obvia. Arnault tiene un historial de adquirir marcas italianas tradicionales, desde Fendi hasta Bulgari y Loro Piana. La ropa, las gafas y las fragancias de Armani encajarían perfectamente en su imperio. Kering, valorada en 29.000 millones, se ve lastrada por la desaceleración de Gucci. Prada, con un valor similar al de Armani, podría carecer de la capacidad financiera necesaria tras su reciente inversión en Versace.
Empresas estadounidenses como Tapestry o fondos de capital privado que buscan flujos de caja estables también podrían mostrar interés. Pero cualquiera que se arriesgue obtendrá escasos beneficios financieros. Incluso si las ventas crecieran un 5% anual y los márgenes se triplicaran hasta el 10% en 2030, el beneficio operativo sería de solo 224 millones de euros después de impuestos. Eso implica solo un 2% de rendimiento en una operación de 13.000 millones antes de sinergias, según nuestros cálculos.
La fundación Armani podría centrarse en otras consideraciones, como mantener italiano el grupo: la venta de la empresa a un peso pesado nacional como la dinastía Agnelli, por ejemplo, lograría lo mismo. Pero la cuestión de la independencia podría depender en última instancia de si se recupera la suerte del sector del lujo en general.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías