España cumple con la defensa y se planta
El Gobierno logra alcanzar la meta comprometida en la OTAN del 2% del PIB, tras un esfuerzo notable, pero se resiste a ir más allá. Parte del debate es qué es hoy la seguridad
Un informe de la OTAN confirmó ayer que España ya cumple con el objetivo, comprometido en 2014 para el decenio siguiente, de destinar un 2% del PIB a defensa y seguridad. El Gobierno alcanza así la meta a pesar de no tener Presupuestos y de las reticencias de su socio menor, Sumar, y los aliados parlamentarios. El presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, ha sorteado estos obstáculos mediante créditos extraordinarios, moviendo partidas de gasto entre diferentes ministerios y contabilizando las que están relacionadas con la seguridad aunque no dependan de Defensa. Sánchez ya había anunciado en abril que cumpliría con el objetivo este año, lo que ha supuesto elevar la inversión en más de 10.000 millones hasta llegar a un total de 33.000 millones. Un aumento notable, porque el año anterior había terminado con un 1,4%. El contexto internacional es muy distinto al que existía hace una década, con una guerra enquistada en Ucrania, una creciente amenaza por parte de Rusia y una nueva Administración en EE UU, la de Donald Trump, que exige con malos modos a Europa un esfuerzo muy superior (parte de lo cual, de paso, engordará a la industria armamentística norteamericana).
A pesar de que España ha alcanzado este hito, sigue situándose a la cola de la Unión en gasto militar. Y la posición española entre sus aliados se ha resentido de la negativa a suscribir un nuevo compromiso más ambicioso: el de llegar al 5% del PIB en otros 10 años. El Gobierno tiene motivos para resistirse a un aumento que parece desmesurado y solo destinado a satisfacer a Trump, sin que la cifra mágica y redonda haya salido de ningún estudio serio sobre las capacidades militares necesarias. La cumbre de la OTAN en La Haya, el pasado mes de junio, retrató a una UE que ahora tiende a la sumisión en su relación con Washington, pero al mismo tiempo dejó a España en una posición más que incómoda, como el único que se descuelga del acuerdo. Sánchez pretende plantarse en el 2,1% de gasto en defensa y seguridad mientras sus aliados anuncian que más que duplicarán esa cifra. Es cuestionable que no se haya contemplado un esfuerzo superior al 2%, pero sin acercarse a ese 5% que hoy parece poco realista, también para muchos países que lo han suscrito.
Parte del debate pasa por definir mejor qué es la defensa y la seguridad en el siglo XXI. La gestión de los flujos migratorios o la protección civil ante los estragos del cambio climático, como los incendios, pueden bien incluirse en ese concepto. Rusia es una gran amenaza, pero en absoluto la única.