El plan de deuda de Scott Bessent tiene un incómodo eco histórico
El plan evoca el intento fallido del economista escocés John Law de reformar las finanzas públicas francesas
En el exterior del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, en Washington D. C., se alza una estatua de aspecto imperioso en honor al secretario más antiguo de la institución. Albert Gallatin fue el padre fundador de origen suizo que ideó la financiación de la compra de Luisiana en 1803 mediante una innovadora emisión internacional de bonos. Aquel famoso golpe fiscal duplicó con creces el territorio de la nueva nación independiente y estableció su crédito soberano para el siglo siguiente. No en vano el monumento lleva la inscripción “Genio de las finanzas”.
Scott Bessent, el actual o...
Para seguir leyendo este artículo de Cinco Días necesitas una suscripción Premium de EL PAÍS
En el exterior del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, en Washington D. C., se alza una estatua de aspecto imperioso en honor al secretario más antiguo de la institución. Albert Gallatin fue el padre fundador de origen suizo que ideó la financiación de la compra de Luisiana en 1803 mediante una innovadora emisión internacional de bonos. Aquel famoso golpe fiscal duplicó con creces el territorio de la nueva nación independiente y estableció su crédito soberano para el siglo siguiente. No en vano el monumento lleva la inscripción “Genio de las finanzas”.
Scott Bessent, el actual ocupante del despacho de Gallatin, se enfrenta a una tarea considerablemente mayor que la de su ilustre predecesor. Comprar Luisiana costó 15 millones de dólares, equivalentes a unos 16.000 millones de dólares actuales. En cambio, la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) estima que la ley One Big Beautiful Bill Act (OBBBA) aprobada recientemente por el Congreso aumentará las necesidades de financiación del gobierno federal en 3,4 billones de dólares durante la próxima década. El intento de Bessent de cuadrar el círculo fiscal recuerda a un pionero de las finanzas públicas mucho más controvertido: el economista y especulador escocés del siglo XVIII John Law, autor del primer crash financiero inflacionista del mundo.
Hay mucho en juego. En marcado contraste con la evaluación pesimista de la CBO, el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca (CEA) espera que el proyecto de ley económica estrella del presidente reduzca los futuros déficits presupuestarios en 5,5 billones. Según la CBO, la deuda en relación con el PIB aumentará hasta casi el 130%, mientras que el CEA la reducirá hasta un relativamente frugal 94%. Si Bessent consigue hacer realidad la visión de la Administración, se habrá ganado una estatua.
En los últimos seis meses, han surgido las líneas generales de un plan de cuatro partes. La primera son los aranceles arrolladores de Trump a las importaciones. Los economistas acostumbrados a que Washington defienda el libre comercio mundial se sorprendieron, como es comprensible, cuando el presidente desveló los gravámenes en abril. Sin embargo, desde una perspectiva fiscal están funcionando. Según el Tesoro, los derechos de aduana supusieron 64.000 millones de dólares en el segundo trimestre de 2025, casi 50.000 millones más que en el mismo periodo del año anterior, de los cuales casi la mitad correspondieron a junio. A largo plazo, la desviación del comercio y la deslocalización de la fabricación reducirán sin duda estos ingresos. No obstante, la recompensa da credibilidad a la predicción de Bessent de que los ingresos superarán los 300.000 millones en 2025, y a la predicción de la CEA de que los gravámenes aportarán 2,8 billones en la próxima década.
La segunda es aún más sencilla: apostar por el crecimiento económico. Las proyecciones presupuestarias de referencia de la CBO parten de la base de que el PIB crecerá menos del 2% anual. La Casa Blanca cree que es una subestimación desastrosa. El CEA señala el auge de la inversión en IA, el crecimiento desenfrenado del crédito privado, el prometido aumento de la desregulación y los efectos dinámicos de los recortes fiscales y los incentivos a la inversión. Predice que estos factores dejarán la economía significativamente más grande dentro de una década. El Comité para un Presupuesto Federal Responsable, no partidista, acusa a la Casa Blanca de”supuestos de crecimiento fantasiosos”. Bessent no se amilana. Al fin y al cabo, un mayor crecimiento reduce el déficit de financiación en 4,7 billones de dólares.
La tercera parte consiste en forzar a la baja los tipos y reducir el coste de la deuda pública. Los intereses son ahora la segunda mayor categoría de gasto, con casi un billón de dólares al año. Durante meses, Trump ha arremetido contra el presidente de la Fed, Jerome Powell, por lo que considera un excesivo halconismo, apodándolo Señor Demasiado Tarde y “mula testaruda”, y sondeó la posibilidad de sustituirlo. El presidente cree que debería bajar su tipo de interés oficial al 1%.
Socavar las credenciales de la Fed para luchar contra la inflación supondría el riesgo de que aumentaran los costes de los préstamos a largo plazo, ya que los inversores exigirían una prima por mantener deuda estadounidense. Bessent tiene un plan para evitarlo reduciendo el Ratio de Apalancamiento Suplementario (SLR), que limita el tamaño de los balances de los bancos estadounidenses en relación con su capital social. Relajar esta norma permitirá a los grandes prestamistas poseer más bonos del Tesoro, compensando la venta por parte de otros inversores. La Fed lo estudia.
Estas medidas acercan a Bessent a cumplir las expectativas fiscales de la Casa Blanca, pero no le permitirán llegar hasta el final. Ahí es donde entra la cuarta y más exótica parte del plan: la promoción de stablecoins respaldadas por dólares estadounidenses. La Ley GENIUS, actualmente en trámite en el Congreso, abriría las compuertas a las criptodivisas respaldadas por activos denominados en dólares. En opinión de Bessent, un aumento de las stablecoins y el correspondiente impulso de la demanda de deuda del Tesoro estadounidense “podría reducir los costes de endeudamiento del Gobierno y ayudar a frenar la deuda nacional”. Si los tokens triunfan entre extranjeros, el señoreaje extraterritorial resultante también proporcionará al Tío Sam una nueva forma de monetizar el exorbitante privilegio del billete verde. Los analistas de Citi esperan que el mercado de las stablecoins alcance los 3,7 billones de dólares en 2030, frente a los 250.000 millones actuales.
Gallatin reconocería las dos primeras partes del plan de Bessent: el excepcional potencial de la economía estadounidense y los pingües ingresos aduaneros que reporta. Pero presionar a las instituciones financieras para que mantengan deuda pública estadounidense y abogar por la innovación monetaria van mucho más allá de lo que el gurú financiero soñó jamás.
Sin embargo, recuerdan inquietantemente al infame sistema de John Law. En 1715, el Regente de Francia invitó al jugador profesional escocés a curar a la superpotencia de su malestar por la deuda. Durante los cuatro años siguientes puso en práctica una estrategia económica visionaria que el mundo no había visto nunca, ni ha visto desde entonces... hasta ahora.
El eje del plan era la coordinación monetaria y fiscal. Fundó el primer banco público de Francia e introdujo una innovación revolucionaria: el papel moneda. A continuación reformó el sistema tributario y reestructuró radicalmente la deuda pública, convenciendo a los inversores para que adquirieran sus novedosos billetes. El resultado fue que el coste de los empréstitos cayó en picado hasta un inaudito 2%. Por un breve momento, a principios de 1720, pareció que los problemas de Francia se habían resuelto.
Desgraciadamente, todo se deshizo en un épico auge inflacionista. Subordinar la política monetaria a la fiscal y reinventar al mismo tiempo los medios de pago resultó ser una combinación inestable. Law fue expulsado de Francia con ignominia y se retiró al casino de Venecia. No hay ninguna estatua que conmemore su genio: solo un simple adoquín en una iglesia local. ¿Es Bessent un Gallatin del siglo XXI o la reencarnación de John Law? Como diría el propio escocés: “Mesdames et messieurs - faites vos jeux” (señoras y señores, hagan juego).
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Pierre Lomba, es responsabilidad de CincoDías.