Las claves: el comercio, una herramienta “genial” para resolver y empezar guerras
Los conflictos rara vez son buenos para alguien (para los fabricantes de armas, si acaso), ya sean comerciales o convencionales
Decía esta semana Donald Trump que el comercio es “genial para resolver guerras”. A menos que esta sea comercial, claro. Tampoco es que esté funcionando especialmente bien con los conflictos bélicos convencionales, a la vista del efecto que las sanciones a la economía rusa han tenido sobre el intento de invasión de Ucrania. Los conflictos rara vez son buenos para alguien –para los fabricantes de armas, si acaso–, ya sean comerciales o convencionales.
Por lo pronto, uno de los damnificados de la contienda que está librando Estados Unidos con el mundo va a ser la inflación, la métrica económica estrella de los últimos años y que, afortunadamente, había ido perdiendo protagonismo. Anunciada la ofensiva arancelaria de Washington contra la Unión Europea, Bruselas se prepara sus contramedidas, en una espiral que amenaza con disparar los precios de algunos productos. El bourbon, los aviones de Boeing y los automóviles son varios de los señalados. Lo que está claro es que, a la larga, los perdedores vamos a ser todos: los estadounidenses y los europeos.
Francia abre la veda de los recortes de gasto público... menos en defensa
Presupuestos congelados, 3.000 empleos públicos menos, 44.000 millones en recortes y un discurso poco menos que apocalíptico. Ese es el cóctel explosivo con el que se plantó ayer ante los medios el primer ministro francés, François Bayrou. El país arrastra un problema de déficit que en los últimos años le ha puesto en la mirilla de los mercados y que cuadra mal con la Europa que viene: más envejecida, más militarizada. “El Estado mostrará el camino. No gastaremos más que el año pasado, excepto el ministro de Defensa”, señalaba ayer el primer ministro. Algo era ello.
China mete más madera a la locomotora de Nvidia
La compañía más grande del mundo tiene mucho margen de crecimiento por delante. Nvidia, que la semana pasada superó los cuatro billones de capitalización –un hito nunca visto en Bolsa– ha recuperado su acceso a uno de los mayores mercados del mundo, China, a quien tenía prohibido vender por orden de Estados Unidos. Ahora, los de Jensen Huang se frotan las manos con las potenciales ventas al gigante asiático y surfean la ola de la inteligencia artificial con una ventaja sobre las otras firmas que andan en el ajo: ellos venden semiconductores, físicos, palpables, no ideas, ni potenciales modelos de lenguaje o metaversos únicos. Es una diferencia que da tranquilidad aunque solo sea momentánea.
La frase
[Tras el repunte de la inflación en EE UU] Los precios al consumo están bajos. Bajen los tipos de la Fed, ¡¡¡ya!!!Donald Trump, presidente de Estados Unidos
La única forma de no alimentar a una inteligencia artificial
Un usuario de internet acepta tantos términos y condiciones de uso que a lo largo de su vida puede haber vendido su alma siete veces al diablo sin haberse enterado. O puede haber contribuido a entrenarlo. WeTransfer, la plataforma de envío online de archivos de gran tamaño, ha añadido a sus condiciones que se quedará con los derechos de todos los documentos que gestione para “mejorar el rendimiento de los modelos de aprendizaje automático”. O, lo que es lo mismo, usar la cara, la voz o los textos de la gente para entrenar a la IA. Gratis, por supuesto. A este ritmo, la única manera de no acabar alimentando un modelo de lenguaje, de imagen, o de lo que sea, va a ser tirar el móvil al mar, aprender a dibujar en lugar de hacer fotos y escribirlo todo en papel. Tampoco es mal plan.