Las claves del día: ‘fondo veo, fondo quiero’
Estos vehículos suenan bien, a país próspero; a estantería nórdica y rascacielos en mitad del desierto
Los fondos soberanos son vehículos de lujo inversor. Suenan bien, a país próspero (a país encima de un enorme yacimiento de una materia prima muy cotizada); a estantería nórdica y rascacielos con una pista artificial de nieve en mitad del desierto. Por ello no es de extrañar que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quiera uno para su país. Quién no lo querría. Y ya ha adelantado cómo lo desea: al mencionar un ejemplo de lo que busca, el mandatario citó al fondo de Arabia Saudí. No al noruego, o al australiano. ¿Y cuál es la diferencia fundamental entre ellos? Que los saudíes no conciben este vehículo como independiente. Nada que sorprenda por parte de un presidente que dice saber mucho más de política monetaria que los que mandan en su banco central. Lo que está menos claro es para qué querría Estados Unidos un fondo soberano, más allá de que luce. Los expertos dicen que es porque Trump mira a su alrededor “y ve grandes fondos”, así que quiere uno. Fondo veo, fondo quiero, básicamente. Lo que sí que tiene EE UU es una deuda pública de 36 billones de dólares. Más del 120% del PIB.
La vía polaca no es la vía vasca, pero es mejor que la húngara, ¿y que la india?
Las fuerzas se van posicionando en torno a Talgo, la muy pretendida fabricante de trenes española. A la opa lanzada por grupo húngaro Ganz-MaVag –rechazada por el Ejecutivo por “riesgos para la seguridad nacional”– se sumó primero la apuesta de un consorcio liderado por Sidenor, respaldada a su vez por el Gobierno vasco (y, en principio, por el central). A ella vino a adicionarse el sábado el fondo polaco PFR, que va a por el 100% de la fabricante. Y a vascos, húngaros y polacos, como si de un chiste se tratara, se espera que se unan los indios de Jupiter Wagon. Esta semana será clave para ver en qué queda este chiste de lo más serio.
Cera en los oídos o atarse al mástil, las salidas para los accionistas de Sabadell
El presidente de Banco Sabadell, Josep Oliu, llamó ayer a los accionistas de la entidad que preside a que no se dejen engatusar por “cantos de sinera” sobre la opa lanzada por el BBVA, y a que tengan en cuenta también “la rentabilidad de las cosas”. Días después de presentar unos resultados récord –como también lo fueron los del BBVA–, el directivo catalán hizo un cruce entre la mitología griega y el imaginario español, y afirmó que la cúpula de Sabadell se siente “como un torero” ante los envites del banco vizcaíno. Cuesta ver a Ulises atado al mástil con un traje de luces mientras sus hombres reman con cera en los oídos para no dejarse llevar por el canto de las peligrosas sirenas. La forma de éstas, solo el tiempo la determinará.
La frase
“Europa y Francia deben acelerar su inversión [en inteligencia artificial]”Emmanuel Macron, presidente de Francia
En la sociedad del cansancio (y de las pantallas) se duerme mal
Suena el despertador a primerísima hora de la mañana. Aún es de noche cuando entra en la ducha y se toma el primer café. Una hora más tarde ya está en el transporte público (o en el interminable atasco) de camino a su trabajo, donde pasa al menos 40 horas semanales (37,5 dentro de poco si los planes del Gobierno funcionan). Cumple con su jornada y vuelve a ese atasco, o a ese metro, para llegar a casa con la energía suficiente como para hacer scroll a merced del algoritmo de una red social. Se cocina dos filetes (otros dos para el túper de mañana), que se come delante de la tele mientras ve el último capítulo de su serie de cabecera; ya aseado, se mete en la cama. Pero, a pesar del cansancio, no se duerme. Cuando parece que lo consigue, vuelve a sonar el despertador. Así todos los días.