Una inflación que se modera pero no se rinde

A estas alturas lo que conviene es esperar y ver, dado que el efecto de la política monetaria suele tardar entre 18 y 24 meses en llegar a la economía real

Sede del BCE en Fráncfort.MAURITZ ANTIN (EFE)

Los bancos centrales, y en particular el BCE, han adoptado un tono algo triunfalista respecto a la inflación, también para adjudicarse los méritos de que esté, o al menos parezca, controlada. Los expertos son más escépticos, y aunque valoran el endurecimiento de la política monetaria, tienen en cuenta también el efecto de la reducción de las limitaciones de la oferta, en particular de energía. El problema ahora es el débil crecimiento de la zona euro, reflejado en la contracción de Alemania, que hace pensar incluso que las últimas bajadas de tipos han llegado demasiado tarde. Pero la economía, y en este caso la inflación, no suele ser función de una sola variable. Y los bancos centrales, que operan bajo el velo de la incertidumbre, prefirieron pecar de estrictos.

A estas alturas lo que conviene es esperar y ver, dado que el efecto suele tardar entre 18 y 24 meses en llegar a la economía real. Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, adoptó ayer un enfoque prudente sobre los precios (en contraste con el “le estamos rompiendo el cuello a la inflación” de Christine Lagarde), ante la evidente incertidumbre que reina sobre la actividad.

La resistencia del mercado laboral, a veces a costa del poder adquisitivo de los trabajadores, es la principal fortaleza de las economías occidentales. La crisis energética ha dado un evidente respiro a los precios, pero aún quedan años de transición verde, en los que puede volver a haber shocks de oferta, dado el delicado equilibrio del suministro. A eso se suma el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, y su amenaza favorita, los aranceles, con sus efectos de doble filo, sobre actividad y precios, ambos negativos, sobre la eurozona.

Al otro lado del ­Atlántico, la economía muestra una fortaleza mayor. El repunte de la inflación en diciembre hasta el 2,9%, conocido ayer, incide en la tendencia de los últimos meses, que hace prever que la Reserva Federal adoptará una pausa en los recortes del precio del dinero. A cambio, en Reino Unido, la cifra de diciembre sorprendió subiendo menos de lo esperado, un bienvenido alivio para sus bonos soberanos, que reflejan tanto las perspectivas de déficit como las de inflación a 10 años.

El dato europeo, que saldrá publicado hoy, dará una indicación de cara a la decisión de política monetaria del día 30, un día después de la de la Fed. Dos citas clave para las Bolsas, para las divisas, para los bonos y para los hipotecados. Y, pese a que los datos de inflación pueden arrojar algo de luz (y alterar los nervios de los inversores), el mundo económico sigue inmerso en más incógnitas de lo habitual.

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